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Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo (Antonio Pau)

Manual de escapología, teoría y práctica de la huida del mundo de Antonio Pau es un amenisímo ensayo que aborda la escapología, capítulo de la antropología, campo del conocimiento que se centra en el estudio de la idea de la huida.

Pau nos ofrece un elenco cultural de huidas, nada menos que treinta. Una huida entendida aquí no como un acto de cobardía, sino de valentía. El del que huye valientemente de la infelicidad a la felicidad. En un recorrido histórico que nos lleva en volandas desde los epicúreos (que más que propugnar el hedonismo y la búsqueda del placer, trataban de evitar el sufrimiento), los estoicos (su ideal de vida consistía en el dominio de uno mismo), los cínicos (pocos despreciaban la sociedad y sus convencionalismos como ellos), pasando por la huida hacia la nada, la Utopía, la Arcadia, la torre de marfil, la huida thoreana, el neorruralismo, el hippismo, el emboscamiento, la reinvención, la puerta cerrada (en este ensayo Pau recurre a Perec y su novela El hombre que duerme) la vida a dos, el Beatus Ille, la alabanza de aldea, el jardín cerrado, etc. El hombre como nos advirtió Marcuse necesita soledad y compañía. Son esos los dos vectores que rigen nuestras existencias. Una pugna entre el arraigo y el desarraigo, entre la libertad y el compromiso, pues como nos dice Bauman el mayor mal que amenaza a la huida es que esta se convierta en una conducta inconsecuente e irresponsable, en el marco de esa liquidez en el que no se quiere asumir ningún compromiso con nada ni con nadie. La idea es que la huida supone abandonar una situación de infelicidad o malestar (en cualquiera de sus muchas manifestaciones) en pos de una pretendida y anhelada situación de felicidad. Huir de un entorno incómodo u hostil, de una desagradable situación familiar, laboral, social, que lleva al desdichado a buscar la felicidad en otra parte. Yéndose a una cabaña en un bosque como Thoreau o a una isla desierta como Robinson Crusoe. Esa búsqueda puede hacerse en solitario o acompañado, como en la huida a dos, el die Zweisamkeit de los alemanes. Verse secundado por aquella compañía-dádiva, lo que en sanscrito se entiende como Satsang. Formando comunidades, como en el caso del neotribalismo.

A veces la huida lo es hacia el interior lo que da lugar a la reinvención, o simplemente un apartarse del camino, o un apeamiento, o bien un conmigo-que-no cuenten, o una emboscamiento que bien podría ser un exilio interior. A veces la huida consiste en cambiar de domicilio en una misma ciudad, como hace Benestau, en París, en la novela El presentimiento de Bove, en tener un lugar propio dentro de un recinto, que bien puede ser un jardín secreto, un gabinete de las maravillas, el wunderkammer alemán, un studiolo, una torre de marfil en la que el creador trabaje ensimismado y pague su precio, como afirmaba Flaubert: pocos hombres han sufrido como yo por la literatura, o Rilke con sus Elegías de Duino.

La huida conlleva casi siempre un ansia de libertad, también el respeto a la naturaleza en el caso de Thoreau. Apartamiento encarecido desde hace milenios por los estoicos, los epicúreos, por aquellas congregaciones religiosas dedicadas a la oración, la contemplación, con sus votos de silencio, la acedía ahí acechando. Soledades extremas buscadas por los estilitas. Huidas de uno mismo hacia paraísos artificiales, drogas mediante, billetes sin retorno hacia el éxitus del suicidio o viajes hacia el vacío más despersonalizado: hacia la nada.

Las treinta huidas propuestas por Pau, tras una introducción que cumple bien con su propósito de alentar la lectura de los ensayos siguientes, se cierran con una vasta bibliografía y un generoso índice onomástico que dan buena cuenta de la lograda, concienzuda y erudita labor del autor por sintetizar cada huida, recurriendo en gran medida a las manifestaciones literarias, ya sean novelas, poemas, textos sagrados; así muy presente también la etimología para desvelar el significado de algunos términos (alemanes, griegos, latinos, sanscritos, franceses, italianos…) y la manera en la que estos se presentan con similitudes o diferencias en las distintas lenguas como ocurre con el castellano al matizar las diferencias entre huida y fuga.

Si la literatura es una buena manera de evadirnos, de viajar sin desplazarnos, en pos, a veces, de la mera diversión y otras en busca de fines más elevados, el ensayo de Pau es de los que alimentan el espíritu y la necesidad de saber, sin renunciar, merced a la voluntad de estilo del autor, al entretenimiento, tal que la lectura de este fascinante ensayo me ha provocado algo parecido al ensimismamiento lector, una clase de huida libresca, mientras mi cerebro se perdía en ensoñaciones acerca de que huida estaría bien llevar a cabo o incluso el elaborar un ranking con las más apetecibles, con el marginalismo digital a la cabeza y el consecuente apagón.

Editorial Trotta. 2019. 270 páginas

MARINA

A favor de la distracción (Marina van Zuylen)

Proust mientras comía una magdalena comenzó a recordar y tirando del hilo de la memoria alumbró casi cuatro mil páginas. Un extravío considerable propio de un titán, de un Funes memorioso. Estos devaneos, desde su segunda acepción, nos hablan de una distracción, de un pasatiempo, es por ello que este gozoso ensayo de Marina van Zuylen –con traducción de Jordi Ainaud i Escudero-, case muy bien con el espíritu de este blog.

Me gusta todo el libro, ya desde el título, porque uno está un poco harto de ver siempre Elogio de…, Breviario de…, Marina va más allá y toma posición por la distracción y lo hace a favor. Leyéndolo creo que guarda ciertas similitudes con aquel ensayo de Ordine titulado La utilidad de lo inútil. Marina nos habla aquí del desinterés interesado. Se concibe el arte como un punto de fuga, de evasión, materia prima para la ensoñación, para fantasear, para dejar el pensamiento en suspenso y amorrarnos si nos place, al tedio, al aburrimiento a la inactividad, algo muy mal visto por una sociedad que relaciona siempre la actividad con el resultado y no ve con buenos ojos la distracción. Ni ahora ni antes. Marina nos habla de filósofos como Descartes, Russell, San Agustín que censuraban y reprobaban la distracción, la inactividad, todo aquello que en definitiva apartarse al ser humano del camino de la razón concienzuda, del esfuerzo, de la concentración en el estudio, el trabajo y el pensamiento.

Marina se posiciona a favor de escritores y filósofos que apuestan por el devaneo, la ensoñación, los meandros de un pensamiento no lineal. Ahí Montaigne y sus deliciosos ensayos o Hume y sus partidas de tablas que le resultaban más apasionantes y vivaces y lo distraían de sus reflexiones y pensamientos sobre el papel que luego le resultaban ridículos, forzados…

Hoy que en ciertos medios digitales los artículos llevan a modo de pórtico el tiempo de lectura que se precisa para leerlos Marina apuesta por otra forma de leer, más pausada y calmada, sin apremios ni urgencias, un leer que vendría a ser como un rumiar -bucólico y pastoril- si nos dejamos llevar. Y para ello recurre a las palabras de Nietzsche, quien envidiaba a las vacas y su estómago rumiante: para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada -y por ello ha de pasar tiempo todavía hasta que mis escritos resulten «legibles»- una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso, no hombre moderno: el rumiar. Marina considera y defiende la lectura como un arte lento, cree necesario convertir la lectura en un hábito poderoso y necesario. Algo que suscribo.

El ser humano tiene la capacidad de conectarse y desconectarse, de asociar (una mente asociativa que nos transmite sensación de perplejidad y asombro) y disociar al mismo tiempo, algo que otros animales no pueden hacer y pone el ejemplo del simio, que es capaz de morir de pena porque su cerebro lo ocupa un pensamiento de tristeza del que no es capaz de sustraerse. El humano sí, y logra evadirse de su realidad, sus problemas, trascender su yo, a través del arte, así desconecta de su realidad y habita otras realidades virtuales o analógicas (a través de la lectura, la música, el teatro…), el problema está cuando uno se distrae de su realidad para entrar en otra regida por una conectividad tan exigente que transforma la presunta distracción en un quehacer compulsivo. Hoy, comenta Marina la distracción se considera enfermedad y el TDAH se combate desde la farmacología, que busca encauzar el enfermo hacia la concentración, evitando la distracción y la dispersión en su conducta. Así están las cosas.

Lean a Marina y distráiganse, dispérsense, asómbrense, váyanse por los cerros de Úbeda siempre que les plazca y por supuesto, gocen. Todo esto en apenas 90 páginas.

www.devaneos.com

Qué haces en esta ciudad (Verónica Nieto)

El título de la última novela de Verónica Nieto, Qué haces en esta ciudad, forma parte del texto La universidad desconocida de Roberto Bolaño (Arcano VII, El carro: Aquel que consigue lo que se ha propuesto. Triunfo de la unión entre el espíritu y la materia. La acción ha llegado a la conquista).

El espíritu de Bolaño alienta a muchos escritores que como Verónica tratan de hacerse un hueco en esto de la literatura. La autora, nacida en Argentina (Córdoba) y afincada en Barcelona plantea una trama esperpéntica que gana en complejidad a medida que la narración se adentra en lo metaliterario.

Algunos protagonistas son latinoamericanos ubicados en Barcelona. Aquí más que desarraigo lo que hay es un espíritu trotamundos, ya que lo que la novela plantea, haciendo gala del humor, la ironía y la sátira es que hay que difuminar las fronteras, no solo físicas, sino también corporales, tal que la nacionalidad, la patria, el color de la piel buscara el mestizaje, la unión de los pueblos y las gentes. Esa quimera. Se dan ejemplos en la novela de que hoy lo que prima es levantar muros, fomentar las nacionalidades, siempre excluyentes.

Enrique, de origen argentino, tiene intención de escribir sobre su situación migrante; vive junto a Silvina, embarazada, la cual se gana el pan como fotógrafa. A Enrique se le ocurre la idea de escribir el Tarot del novelista moderno español, con 21 cartas, 21 arcanos, cada uno representado por un escritor: La templanza (César Aira), El colgado (Juan Filloy), El enamorado (Julio Cortázar), El emperador (Mario Vargas Llosa), El diablo (Enrique Vila-Matas), etc.
Un Tarot que es a su vez un microensayo sobre el lenguaje y el estilo literario, y las categorías: Futuro éxito, Inconsciente y Presente o fracaso. Aquello que media entre lo que el escritor anhela y sueña escribir y lo que realmente es capaz de escribir. Otra cosa distinta es ya lo que le llega al lector. Al cual se le envía también algún recadito: Pero no todo el que lee es «el lector». Esta intuición…se tiene o no se tiene.

Auxiliando a Enrique está Ramón, profesor de filosofía en un instituto, hermano de Mariana, al frente ésta de una clínica de reproducción, que hace uso del esperma filial habida cuenta de su fertilidad desmedida y desconocida para este Min catalán.

En el texto se introducen otras piezas ensayísticas, como los Apuntes del petit novelista, escritor que Ramón frecuentó hasta que el susodicho se vio abocado a entrar en un psiquiátrico. Apuntes que recurren a los fractales, los hilos de una trenza, la escultura y la técnica del vaciado, entre otros, para relacionar todo lo anterior con el ejercicio de la escritura.

Enrique entablará relación con Adriana una uruguaya residente también en Barcelona, ocupada en un locutorio. Ambos vivirán unas situaciones calamitosas cuando decidan acceder a los planes de Jaume, el benefactor, al frente de la sociedad de Amigos del extranjero, que entre sus acciones incluye apadrinar a un escritor extranjero, becándolo. A través de ellos la novela incide (en carne propia y por relatos ajenos) en la problemática más sangrante de los migrantes: la trata de blancas, la explotación sexual, los abortos, la fosa común del Mediterráneo, los Cíes, las detenciones sin sentido, etc.

Buscando cierta circularidad la novela devolverá a dos de sus protagonistas al origen, a Latinoamérica (y allá la revolución, el agitamiento popular, el Big data, la paranoia, los porros y finalmente la desidia como entropía existencial), e incluso alguno más que decidirá dejar Barcelona asediado por la justicia y buscarse un porvenir en Montevideo, por ejemplo.

La novela presenta otros hilos narrativos y digresiones que se convierten en microrrelatos dentro de la novela, como la divertida historia de Wolf Messing, o la historia referida por un feto sobre un antepasado que conoció a una extraterrestre y de ahí brotará un relato genesiaco. O Cheikh un mantero negro al que Mariana tratará de ayudar y de ayudarse, entre revolcón y revolcón, puliendo con la lengua cualquier orificio que sus cuerpos ofrecen a las lenguas curiosas, empleando a este para su planes de fertilidad, pero pensando ella a gran escala, en un mestizaje global, cuya primera piedra o semilla vendría de la mano del miembro, de Cheikh.

En resumen, muchos temas en el texto, una estructura que trasciende lo novelesco, el humor como columna vertebral, la denuncia social (del hedonismo complaciente europeo, de la asunción del extranjero…) a través del esperpento y la concepción de la literatura como un juego, lo cual no habría de restarle un ápice de seriedad al asunto.

Ahora la pregunta que me formulo es en qué arcano iría Verónica ¿Una tierra de nadie entre Pizarnik y Bolaño?.

RIL editores. 2019. 224 páginas