Hay películas que hacen de la metáfora su vehículo de expresión. En Zona libre, Amos Gitai, nos habla de la violencia, sin personalizarla. Es algo que está ahí presente, tanto en la zona judía como en la parte árabe. Gente a la que le cuesta ponerse de acuerdo, separados por la lengua y por la religión. El testigo de todo esto es una chica judía que quiere dejarlo todo atrás.
No sabemos qué le ha sucedido, ni porque razón llora desconsoladamente dentro de un vehículo. La película comienza reparando la cámara en su rostro lloroso durante casi diez minutos. Luego el vehículo arranca y Rebecca, junto a Hanna, la cual ha de ir a cobrar una deuda, dejan Israel para llegar hasta Jordania, donde vive El Americano el cual debe pagarles el dinero que les debe. La charla de Rebecca con el americano es esclarecedora. La gente está curtida en la derrota, está acostumbrada a partir de cero, a caerse y levantarse.
A menudo el enemigo se conoce de sobras, otras es el vecino encolerizado y envidiosos de nuestra buena fortuna. Se agradece el empeño de Gitai, pero la película resulta un tanto anodina. No hay mucho diálogos, pero la cara desolada de Rebecca, su visión a través del cristal, su paso de un país a otro, fronteras, trozos de tierra que lo cambian absolutamente todo, es algo sobre lo que reflexionar.

Esta película me parece un cachondeo, una excentricidad. Tarantino es de esos pocos directores que puede hacer la película que quiere, porque además tendrá una legión de seguidores dispuesto a ir a verla. A mí Tarantino me carga. Reconozco que tanto Reservoir Dogs como Pulp Fiction, las dos partes de Kill Bill tiene momentos brillantes, pero cualquier de esas que he citado le da sopas con ondas a Death Proof. Se puede entender como una película humorísitica porque si te tomas en serio la película acabarás colgado del Trankimazin. Un especialista, llamado Mike, es un psicópata que disfruta matando personas, por lo que parece mujeres.
Con la llegada del euro los precios en España se dispararon. Cada vez que vas al mercado compruebas como el precio del pan sube, la leche la quieren ya por encima del euro, por una barra de pan te cobran casi un euro también. El precio de la harina nos dicen que subirá. Si sube el precio de los alimentos básicos estamos apañados. Los restaurantes y bares son uno de los negocios que más negocio han hecho con el bendito euro. Ahora te clavan tres euros en una desayuno y se quedan tan anchos. El café ya vale un euro. Si pides un bocata especial con lomo o ternera y tomate, queso, bacon vete preparando seis euros. Por un emparadedo 4,20 €. La bebida cuesta igual de cara. Ya sea un botellín de agua, que una cerveza. Nada baja de un euro. Si vas a cervezas de importación, te clavan tres o cuatro o cinco euros, según la marca. Otros productos como el perejil que antes era gratuito y te lo daban al comprar el pescado ahora se compra a 12 Euros el kilo. Si los productos de consumo diario suben su precio, el bolsillo lo nota y dar de sí mil euros al final no es posible y las pasas putas para llegar a fin de mes. Está muy bien que baje el precio de las pantallas planas, de los PC, de las cámaras digitales, GPS, Ipods, o de los reproductores de MP3, pero el gobierno debería ponerse las pilas para que los agricultores no se líen la manta a la cabeza y al final tanto la leche, como el pan nos cuesten un ojo de la cara.