Ya estamos en la quinta edición de OT, programa que crea productos músicales de fábrica, con la esperanza de que alguno de ellos dé el campanazo y venda muchos discos. En las cuatro ediciones pasadas, han salido al mercado discográfico unos cincuenta jóvenes, de los cuales, salvo gente como Bustamante, Bisbal, Chenoa, Manu Tenorio, Manu Carrasco y algún otro que se ha buscado las habichuelas en la televisión o el teatro, el resto han pasado a un segundo plano, algo lógico por otra parte, ya que hay mucha competencia y la mayoría de estos productos homogeneos, sin singularidad y carisma alguno son flor de un día. Quién se acuerda ahora de los nombres de los que participaron en la segunda edición, por ejemplo.
Uno de los concursantes dijo el otro día algo que me hizo gracia «No soy un producto, pero lo seré». Esta frase resume perfectamente la filosofía de la academia y de la gente que entra en ella. No quieren ser buenos artistas, quieren ser «productos» y vender muchos discos. Poco importa por tanto, si tocan instrumentos, si tienen un estilo propio, si son capaces de componer sus canciones. La academia quiere moldearlos a su antojo, pulir esos posibles diamantes en bruto para que publiquen los discos que los productores quieren. Es curioso como se les echa la reprimenda a los jóvenes cantantes que se salen del tiesto, que «quieren ser ellos», para que vuelvan al redil. Sigue leyendo →