La Navidad además de verte en el brete de tener que desear unas felices pascuas al panadero, frutero, carnicero, pescatero, el que te viene a leer el contador del gas, los que reparten publicidad, compañeros de trabajo, del equipo de futbito, de la coral, de las congregación, también tiene alguna cosa positiva.
Para mi la Navidad son los polvorones Felipe II, que espero de año en año, con palpitaciones pre-polvorón. He comido polvorones bastantes, de muchas marcas diferentes pero como los Felipe II ninguno. Es una delicia, un éxtasis, una experiencia inenarrable.
Acabo de meterme ahora unos cuantos para el cuerpo y me relamo regurgitando su aroma y sabor, pero antes de dormirme definitivamente me he decidido a escanear el envoltorio del polvorón. Cada uno de ellos va envuelto en su papel, con una pegatina que indica que están hechos a mano, con su nº de lote.
Si tienen oportunidad pregunten por los polvorones Felipe II, no se arrepentirán.
El precio eso sí, no está nada mal. En Logroño los venden a 22 euros el kilo. En medio kilo entran una docena, así que vienen a salir casi a doscientas pesetas el polvorón. Que yo sepa, los venden en la Calle Gonzalo de Berceo, en la pastelería Guirlache, y en García Morato, en la tienda del Gourmet.