Y sin embargo la mejor canción de Joaquín Sabina

Es muy difícil escoger una canción de Sabina y decir: «esta es la mejor». Pero parece ser que han elegido «Y sin embargo» como su mejor canción. Para mí Sabina es hoy el mejor letrista de este país. Sus letras mezclan lo poético con lo urbano, lo sublime con lo barriobajero. Sólo Sabina es capaz de pergeñar letras como las suyas. Es lógico pues que aquellos que quieren aprender la lengua de Cervantes, recurran a las canciones de Sabina, pues contienen castellano en estado puro, con juegos de palabras y vocablos que enaltecen nuestra lengua.

Para el que no le suene la letra de «Y sin embargo» la pongo debajo. Para los que la conocen pueden tararearla mientras la leen. Ójala tengamos Sabina para rato. Además es de esos artistas que sigue creando buenas canciones, década a década, algo casi imposible para otros autores musicales que llevan viviendo de las rentas y recopilatorios muchas décadas.

Y sin embargo

De sobra sabes
que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
ya ves
te engañaría con cualquiera
te cambiaría por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso
tú que tanto has besado tú
que me has enseñado
Sabes mejor que yo
que hasta los huesos
sólo calan los besos que no has dado
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una embajada
el pasillo de un tren de madrugada
Un laberinto sin luz, ni vino tinto
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando
y sin embargo cuando duermo sin ti
contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y sin embargo
cuando pido la llave de un hotel
y a medianoche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos
siempre es con otra, amor, nunca contigo
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina
un teléfono ardiendo en la cabina
una palmera en el museo de cera
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y me envenenan los besos que voy dando
y sin embargo cuando duermo sin ti,
contigo sueño.
Y con todas si duermes a mi lado
y si te vas, me voy por los tejados
como un gato sin dueño,
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina
y baile sin orquesta
y ramos de rosas, con espinas
Pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio el pan de cada día.
(Repite este último párrafo)

Y me envenenan los besos que voy dando.

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