Luis Antonio de Villena (Madrid 1951) nos ofrece en Retratos (con flash) de Jaime Gil de Biedma, publicada en 2006, un viaje al fondo de la noche de la mano de Jaime Gil de Biedma (1929-1990), a quien Luis conoció en aquellas noches de farra y copas de los años 80 pobladas de noctívagos que apuraban los jóvenes cuerpos masculinos ajenos con fruición, como si les fuera la vida en ello o deseasen llevarse la vida por delante como dijera en uno de sus poemas. Vemos cómo Biedma parcela su existencia y sus amores, distinguiendo entre el alto amor que profesa a sus novios y la promiscuidad, para cualquier noche, la vida civil y la vida chaperil, con su inagotable afán de saquear las noches; de la misma manera que diferencia su trabajo como ejecutivo en una empresa, con su deriva nocturna donde desata su lado más alocado y salvaje.
En aquel Nueva York libérrimo, anterior al sida (y donde hoy sabemos que éste se incubó, suponen que traído de África), Jaime debió disfrutar mucho. José Olivio -que le acompañó algunas noches- me dijo que una de ellas le dejó por allí, en un lugar sexual y oscuro, andando a cuatro patas, y que Jaime se despidió de él, tranquilamente, desde su posición sin importancia de buscador de goces. (Ahí los coitos podían ser cinco o más en diez minutos.) El mundo gay es -y ha sido- muy diferente del heterosexual. Menos hipócrita, desde dentro. Y me atrevería a decir que, en no pocos aspectos, más claro, lo que también podría valer por más limpio.
No hay mucho material literario -salvo la presentación a Jaime Gil de Biedma llevada a cabo por Luis en 1976, a sus 25 primaveras, que cierra el libro, con su versión incluida en facsimil, donde Luis pone de relieve la poesía de Biedma, cuya toma de contacto supondrá una feliz singularidad, que tendrá como base la ironía, el gusto y la confesión- en la semblanza que Luis hace de Biedma, pues cuando este lo conoce y comienza a tratarlo más a fondo Biedma está ya en trance de no escribir más poesías, anhelando ser más poema que poeta, considerado como uno de los mejores poetas de la Generación de los 50 y lo que leemos tiene más que ver con su faceta humana, sus cacerías y correrías nocturnas, referida esta intimidad por Luis con mucho gusto y discreción, como la que deseaba Biedma respeto a su homosexualidad (al contrario por ejemplo de Juan Gil-Albert, que quería su homosexualidad pública y visible, pero sin ostentaciones de ningún género, tanto como hacia su enfermedad, pues hasta su muerte no se hizo público que su muerte la causó el sida.
Se pregunta Luis si se puede considerar como un amigo de Biedma a lo que Ana María Fox en el prólogo responde que sí.
Seix Barral en esta colección de Únicos pone a nuestra disposición libros muy interesantes como este de Luis u otros que recuerde como Papeles falsos de Luiselli o Perder teorías de Vila-Matas. Ahora mismo creo que este libro está descatalogado. Menos mal que las bibliotecas públicas puede salir en nuestro auxilio, como es el caso, y permitirme llevar a cabo una lectura muy deseada. Ya de paso, os animo a leer los ensayos de Jaime Gil de Biedma El pie de la letra.
Lecturas periféricas | Gil de Biedma i Andreu Jaume por Jordi Llovet