¿Quién no ha pensado alguna vez coger la maleta y desaparecer?. Estos pensamientos son propios de la juventud. Pueden ser razones varias las que nos impelen a actúar así; unos padres posesivos, un trabajo de mierda, las fustraciones diarias, y creemos que poniendo tierra por medio se solucionarán todos nuestros problemas. El prota de la película acaba de licenciarse en la universidad y sus ansias de libertad le hacen coger la maleta y desaparecer. Sus padres no saben por qué su hijo actúa así, pero el muchacho va haciendo autostop, durmiendo al raso, preparándose para vivir en Alaska, que será su objetivo, para lo cual se prepara físicamenete, se documenta acerca de que plantas son comestibles, para no tener que depender de nadie, solo de sí mismo, lo que será la cúspide de su libertad. En su transitar por los Estados Unidos, por sus diferentes estados, entrará en contacto con un propietario de un explotación agricola al que buscan los federales, un pareja hippie, una joven cantautora cuyos ojos lanzan miradas de deseos que el joven repele, un abuelo que quiere adoptarlo como si fuera su nieto, dos daneses viviendo la vida loca por territorio americano. Mientras irá realizando pequeños trabajos que le proporcionan unos ingresos con los que preparar su aventura. Tratándose de un viaje es lógico que toda la película se haya rodado en exteriores. La soledad es un amigo esquivo, malencarado, peligroso, y si a veces nos engaña con la felicidad aparente que nos brinda, al final el precio a pagar suele ser demasiado alto. La dirige Sean Penn. Le costó 12 millones de dólares y lleva recaudados unos cuantos más. Para todos los jóvenes que siempre han soñado y tienen en mente hacer algo parecido la película les será interesante, al igual que para los padres. La aventura con mayúsculas a veces se escribe con tinta roja sanguínea. Hal Holbrook, como Rob, estuvo nominado al Oscar al mejor actor secundario que se llevó Bardem. Emile Hirsch como Alex hace un papel estupendo.
Las canciones son de Eddie Veder, vocalista de Pearl Jam. La magnitud de esos paisajes infinitos y su voz estremece.
Hacia rutas salvajes
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