Archivo de la categoría: Ensayo

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Nietzsche (Malwida von Meysenbug)

Comentaba el otro día el libro Nietzsche, noble y filósofo, de Meta von Salis-Marchlins, que junto a Lou Andreas-Salomé, Elizabeth Förster-Nietzsche y Malwida von Meysenbug pueden ser consideradas sus cuatro evangelistas.

Nietzsche y Malwida fueron amigos durante dieciséis años. Esta amistad se forjó en parte por la proximidad personal, y en parte por correspondencia. Este libro es la quintaesencia de esas cartas. Para Malwida Nietzsche era alguien bondadoso en el trato personal, como despiadado juez en su última concepción de la vida.

A Malwida le causó una honda impresión la lectura de El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, y ahí vio el ojo vaticinador del poeta que capta la íntima verdad de las cosas con mirada visionaria, ahí donde el pedante erudito de biblioteca solo se queda con la cáscara externa, considerandola lo esencial.

En las cartas que ambos se dirigen vemos cómo la esperanza del Sur era para Nietzsche un consuelo, por eso en octubre de 1876 eligen una villa en sorrento en la que pasarán juntos unas cuantas semanas Nietzsche, Malwida, Paul Rée y Albert Brennen. En la proximidad Malwida aprecia en Nietzsche un corazón amable. Es en esa época donde se despierta la predilección de Nietzsche por los aforismos, y Malwida aprecia en Nietzsche una transformación.

El primero y más poderoso impulso para esta transformación era la violenta inclinación de su personalidad natural a desprenderse de las poderosas influencias que en su juventud lo habían dominado para seguir su propio camino.

Nietzsche se enroca en su soledad y es consciente de que nadie va a acompañarlo en su camino, consciente de que sus escritos disgustan a mucha gente y convencido de que debe confiar a su obra su vida, siempre menoscabada por su precaria salud, pues solo su obra le ayuda a vivir. En 1878 dice encontrarse en armonía consigo mismo. La sensación de inmensa fecundidad de su nueva filosofía le hace no sentirse terriblemente sólo.

Este fue el final del primer periodo en la vida del hombre digno de ser amado, benevolente y sensible, de la naturaleza artística para cuyo ideal era abominable todo lo putrefacto, engañoso y caduco, y la cual se sentía lo suficientemente fuerte como para emprender la lucha contra todo eso. Ahora siguieron como en rápida sucesión, los lances del destino, externos e internos, que propiciaron la segunda época. Irrumpió una amargura que arrojó una sombra oscura sobre todo lo que una vez le había sido querido, que convirtió su amor en odio, destrozó sin piedad los ideales que había tenido hasta entonces, lo enredó en contradicciones consigo mismo y privó a la exposición de sus pensamientos de la bella claridad de sus primeros trabajos. En primer lugar estaban los sufrimientos físicos, casi incesantes, que lo incapacitaban prácticamente para vivir y que lo obligaron en 1879, a abandonar la universidad de Basilea, la cual le mostró a él como un profesor todavía tan joven, su más alto respeto, al dejarle como pensión el salario íntegro.

Esta transformación era para Malwida la segunda fase de su desarrollo, como un período de pruebas y esperaba que de esas conclusiones de las mismas, que se deslizaban hacia un extremo odioso y falso, surgiese el noble espíritu de Nietzsche, tal como se había mostrado en sus inicios.

Por eso Malwida, aunque renuncie a Nietzsche después de aparecer El caso Wagner, seguirá confiando (como una madre con un hijo díscolo) en su restablecimiento, más allá de los malos presagios que Humano, demasiado humano pintaban en el horizonte vital de Nietzsche, tras cuya publicación se fue quedando solo en el camino.

Nietzsche
Malwida von Meysenburg
Ápeiron Ediciones
Edición, traducción, introducción y notas de Roberto Vivero y Venancio Andreu Baldó
88 páginas
Año de publicación: 2020

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El Corregidor. Libreto de Rosa Mayreder para la ópera de Hugo Wolf (Roberto Vivero)

El Corregidor, el libreto de Rosa Mayreder para la ópera de Hugo Wolf, cierra a la trilogía que Roberto vivero ha dedicado a Hugo Wolf, con otros dos títulos que son Recuerdos de Hugo Wolf: entre el cariño y la polémica y Hugo Wolf: Spanisches Liederbuch, Nietzsche y literatura, ya comentados aquí con anterioridad.

El Corregidor es uno de los personajes de la obra de José de Alarcón, El sombrero de tres picos. Antes de abordar la lectura de este libro creo conveniente leer el de José de Alarcón. Está disponible en la web Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Esto es así, porque lo que lo que hizo Rosa Mayreder fue adaptar dicha obra, una novela, a un libreto que pudiese ser musicado por Hugo Wolf, cómo había hecho por ejemplo con los poemas de Mörike, y que se trataría de su primera ópera.

El libro nos permite hacernos una idea acerca de cuál era la personalidad de Hugo Wolf, para quien vivir consistía en crear.
Asimismo vemos el ascendiente que tenía la obra El sombrero de tres picos, ya que según Hugo Wolf en los países germanohablantes, esta obra después de El Quijote y de Don Juan era la obra más leída y la más apreciada de la literatura española.
Después de haber leído la novela está claro que el libreto carece de muchas de las virtudes que encarecen la obra de José de Alarcón, pensemos en la sátira social, la psicología de los personajes, o la narración que no sigue un orden cronológico es una de las virtudes de la novela. Aquí, además, lo cómico se presenta como tragicómico. Obra de Alarcón que el autor del ensayo relaciona también con Otelo de Shakespeare, de la que dice es la obra de filosofía del lenguaje.

Antes del libreto de Rosa tenemos una reducción dramática, que ayudará a quien no haya leído la novela o no quiera leerla.
En el libreto rosa se tomó ciertas licencias como cambiar el personaje de Garduña por el de Repela. Luego Wolf se tomó a su vez la libertad de hacer cambios sin avisar a Rosa de los mismos. Lo curioso del caso es que el libreto que le presentó Rosa Mayreder en su día a Hugo, este lo rechazó, para retomarlo cinco años más tarde totalmente ilusionado con el proyecto.
La ópera se estrenó el 7 de junio de 1896 en el célebre Hoftheater de Mannheim. Wolf no pudo cumplir su sueño de ver representada la obra en Viena, en donde Gustav Mahler estaba al frente como director. La obra fue representada el 18 de febrero de 1904.

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Hugo Wolf: Spanisches Liederbuch, Nietzsche y literatura (Roberto Vivero)

Hugo Wolf: Spanisches Liederbuch, Nietzsche y Literatura, El Corregidor Libreto de Rosa Mayreder para la ópera de Hugo Wolf y Recuerdos de Hugo Wolf: Entre el cariño y la polémica son los tres libros que Roberto Vivero ha dedicado a Hugo Wolf, los tres editados por Ápeiron Ediciones.

Este que nos ocupa es Hugo Wolf: Spanisches Liederbuch, Nietzsche y Literatura es un ensayo, para el que el autor, según nos cuenta, no ha investigado nada, sino que «he leído y he escrito sobre lo que he leído […] además cuando he leído de forma sistemática para escribir este libro, yo ya había leído a Wolf y sabía de qué iba a tratar el libro […] En un ensayo lo crucial no son los datos transmitidos, sino las impresiones y el juego del autor […] Un ensayo es un juego de ajedrez en el que las piezas, que son los libros, dictan las reglas del juego, un juego que ya no consiste en destruir al rival, porque no hay rival, sino en hacer una hermosa combinación de movimientos entre en el autor, el lector y los libros.

El ensayo presenta una extensísima bibliografía de 43 páginas dividida en siete secciones, que en lugar de ir al final del libro, va a continuación de la presentación.

En el tercer apartado, La biblioteca de Hugo Wolf, encontramos libros sobre los que Wolf se explayará más extenso en sus cartas. Además de Goethe, Heine, Aristófanes, Kleist, Nietzsche, Eduard Mörike, y otros muchos, aparecen también autores españoles como Pedro de Alarcón y Miguel de Cervantes.

El cuarto apartado va dedicado a las Spanisches Liederbuch/Cancionero español. Wolf se interesa por España y lo meridional. Finaliza el cancionero en 1890, compuesto de 44 canciones divididas y agrupadas en canciones sacras y profanas. El cancionero, de escasa calidad literaria es una traducción al alemán hecha por Geybel y Heyse. Un cancionero que podría ser el paso a la ópera, ya que dos canciones del mismo fueron orquestadas para la obra inacabada Manuel Venegas. Un cancionero que según el autor nos expone ante la cuestión de lo exótico (lo español, lo italiano, el sur) en la obra de Wolf. España suscitaba interés entre los contemporáneos de Wolf. Decsey decía de España: Donde el arte se disuelve en religión y la cultura en culto.

En el siguiente apartado, Nietzsche o el sur, trata el autor a través de todo lo leído de establecer la relación que hubo entre Nietzsche y Wolf, los cuales no llegaron a conocerse personalmente. Nietzsche escribe un artículo sobre Wagner, al que Wolf adora y aunque no comparte lo ahí expuesto por Nietzsche nace el interés hacia él, como se verá en la cartas que Wolf escribe a Rosa Mayreder, a Paul Müller, a Grohe, etc. En dichas cartas aparecen fragmentos de las obras de Nietzche, comentarios a las lectura de sus obras, o de biografías, como la escrita sobre Nietzche por su hermana. La primera mención a Nietzsche en un texto de Hugo Wolf tiene lugar en una carta de 21.05.1890 a Kauffmann en la que habla de Brahms y de la melancolía de la impotencia.

Wolf era un genuino hijo de su tiempo que entiende/explica/interpreta la existencia a través de Nietzsche (nota del autor).

para decirlo de otra manera, lo importante es que en Nietzsche encontró las palabras exactas que le permitieron decir lo que llevaba que dentro, lo que por falta de ese lenguaje más que saber, intuía (aunque a veces, como hemos visto en sus recensiones y en especial en el caso de Brahms, en una asombrosa coincidencia con Nietzsche, la intuición es ya prácticamente saber); las palabras que le ayudaron a entender, a explicar, a interpretar su propia vida (p. ej., su relación con Melanie Köchert) y su época, y, en el caso de su propia obra, también a plasmarla. Y llegó un día en el que Wolf y Nietzsche (los que de verdad importan) se encontraron: El consejero Crusius todavía está aquí y por la tarde y por la noche oiremos espléndidos Lieder de mi hermano y de Hugo Wolf.

El sexto apartado va dedicado a la relación entre Hugo Wolf y la literatura. Leyendo todos los apuntes que aparecen en las cartas, vemos que Hugo Wolf era un lector curioso, voraz y concienzudo. Las lecturas formaban parte de su vida diaria y en las cartas que dirige a sus amistades siempre hay apuntes librescos, ya sea recomendando lecturas, solicitando libros, ofreciéndose a prestarlos. En las cartas vemos la manera en la que una lectura es capaz de conmoverlo: Lo primero que hice fue leer la escena de la Pascua del Faust de Goethe, que me trasladó a un frenesí de placer; Solo hay un escritor y ese es Dickens; Con los dos tomos de las cartas de Keller, que recibí ayer, me ha dado una gran alegría; La mujer abandonada de Balzac es exquisita y sublime. He leído Eugenia Grandet. Es también un libro muy hermoso; Algunos capítulos de Modeste Mignon me han ayudado a recuperar el equilibrio perdido; Ahora leo a Keller y nada más que a Keller; Hace poco he leído Germinal, de Zola, un libro muy emocionante que hay que leer, aunque las cosas ahí no sean de lo más limpio.

Y todas estas lecturas no caen en saco rato y es evidente que a Wolf y a cualquier lector lo que lee lo transforma, y esto explicaría cómo si en un principio Wolf rechaza el libreto de El Corregidor que le presenta Rosa Mayreder, cinco años después, y tras haber leído Wolf, la novela Niels Lyne, de Jens Peter Jacobsen (que marca el principio del fin del Naturalismo), cabe pensar que le sirvió para allanar el terreno para otra lectura del texto de Rosa, para esta vez leerlo con otros ojos.

Entre lo leído destaca también las ausencias notables como es el caso de Flaubert, del que Wolf no hace ni una sola mención, como si hace con Zola, Balzac o Maupassant.

Y ya para acabar, Wolf confiesa que reconoce que fracasaría si intentaba poner el Faust en música, lo cual lo entristecía profundamente.

El autor azota la vara nitzscheana, cuando afirma que hay que aceptar y afirmar que la figura de Fausto va más allá del gusto por la manera en la que se ha plasmado, y lo contrario significa, y siento decirlo, una falta de altura y profundidad intelectual. Si no se atreve con el Faust de Goethe puede hacerlo con el de Chamisso, Baggesen, Heine, Klingemann, Grabbe

Una toma de posición respecto a la figura de Fausto en la que ya abundaba Roberto Vivero en su obra Fausto, porque si hay algo que va secreta y abismalmente unido con Fausto, eso el gran teatro del mundo y la vida como sueño.

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Mircea Cărtărescu. El hacedor de insomnios (José Carlos Rodrigo Breto)

Mircea Cărtărescu, El hacedor de insomnios. Es indiscutible que el título del ensayo de José Carlos Rodrigo Breto, editado por Ediciones del Subsuelo, tiene pegada. Me gusta la manera en la que José Carlos cierra el libro, replicando las palabras de Carlos Pardo acerca de que no se puede comprender a Cărtărescu, porque cada libro es como una negación del anterior.

Sea así o no, José Carlos en este ensayo, de toda la bibliografía de Mircea, a pesar de que aparezcan Nostalgia, El Levante, Las bellas extranjeras, El ojo castaño de nuestro amor, o Por qué nos gustan las mujeres se extiende sobre tres libros: El ruletista, Solenoide y la trilogía Cegador. Es curioso que se dediquen en el ensayo las mismas páginas a El ruletista, que es una novela de sesenta páginas, que a Solenoide que son 800 páginas, o a Cegador, que son 1500 páginas y en el ensayo se le dedican poco más de sesenta.

En el apartado dedicado a El ruletista el autor ofrece listados sobre libros (Diez textos circulares, Diez novelas de formación, Diez textos sobre juegos deportivos y de azar, Diez novelas de realismo mágico a la europea…) que no tienen demasiado que ver con Cărtărescu, así como bastantes digresiones de índole literaria, pero logra desentrañar bastante bien el espíritu de la novela, para ir mostrando cómo ese mundo de Mircea está siempre en continua expansión, siendo autorreferencial, empleando personajes que pasan de una novela a otra, con temas como la muerte del hermano que siempre está ahí, como una herida abierta que lejos de cicatrizar supurase cada día a través de su escritura.

Según José Carlos, Cărtărescu nos ofrece en los relatos de Nostalgia (del que El ruletista forma parte) algo que es extensible a sus novelas: contempla la vida como en escenas, como en dioramas, como en vitrinas de un museo en donde siempre se tensa la cadena del equilibrio entre Eros y Tánatos, entre la vida y la muerte también.

Si la definición de Solenoide como novela total, la verdad es que no nos aclara mucho las cosas, novela que podemos entender “como una búsqueda onírica”. O si la afirmación de que Solenoide es una novela tan transformadora que no quedaría nada del lector que iniciase Solenoide en el que llegara a su culminación, nos puede parece más propia de la faja de una cubierta del libro (o faja-pantalón, habida cuenta de que hoy hay fajas que no dejan ver la cubierta), el autor, en aras de lo tangible, nos ofrece unas claves acerca de qué elementos maneja Cărtărescu en esta novela.

Realismo mágico a la rumana. Insectos. El protagonista flota en su bañera, en la cama cuando activa el solenoide y en sueños extracorpóreos. La cuerda del ombligo. La casa en forma de barco y las otras casas: la escuela, la fábrica y las fábricas. Bucarest, Bucarest en ruinas. El cementerio oculto. Parásitos-el cuerpo invadido-. El doble y la identidad. Infancia/tortura. La otra vida es un catálogo Neckermann. Texistencia, onirismo, autoficción, teratología, riparografía, lo cuántico. Más insectos, estatuas, piquetistas, teseractos. Sillones de dentista. Sarcoptos. Wunderkammer. Bildungsroman. Gemelo maligno: Doppelgänger. Manuscrito Voynich. El tábano. Cegador.

Si en Cegador el manuscrito que leemos es el que va escribiendo Cărtărescu, asimismo el autor del ensayo también se instila en el texto, y nos cuenta fragmentos de un viaje a Rumanía, de tal manera que puede confrontar lo leído con lo vivido y en la tercera parte, su experiencia leyendo Cegador formará parte también del ensayo, a modo de Diario de una lectura.

Quizás porque Impedimenta publicó la trilogía Cegador después de Solenoide, aunque Funambulista ya había publicado anteriormente a Solenoide la primera parte de la trilogía Cegador (en 2010), puede hacernos pensar que Cegador copia, replica o es un derivado de Solenoide, cuando es el contrario, porque Cegador la escribió Cărtărescu, entre 1996 y 2007 que fue cuando se publicó en Rumanía.

Esto me gustaría que se hubiera desarrollado más, es decir, la manera en la que Solenoide podemos considerarlo un spin-off de Cegador, y en el caso de que haya similitudes, que las hay en Solenoide, lo que hace Cărtărescu es replicar lo que ya estaba en Cegador, aunque siempre con variantes, como ese momento en el que en Cegador, Cărtărescu, nos da una explicación o Gran revelación, acerca de lo que le pudo pasar a su hermano gemelo: que fuese robado.

Un ensayo que estoy convencido de que animará a quien lo lea a querer luego leer a Cărtărescu, y permitirá a quien ya lo haya leído, a releerlo de otra manera, con las claves y reflexiones que sobre la escritura del rumano nos aporta José Carlos.

Mircea Cărtărescu en Devaneos

Trilogía Cegador
El ojo castaño de nuestro amor
Solenoide