Próximo a Pola de Laviana, en L’Acebal y Les Mestres hay dos rutas muy interesantes para hacer. Al salir de L’Acebal hay un cartel indicativo de una senda verde. Siguiendo ese camino, bajo árboles y luego pegado al lomo de la montaña iremos trazando un semicírculo. A medida que vamos cogiendo altura, casi todo el trayecto es en ascenso, obtenemos vistas como las que se ven en las dos primeras fotografías.
En Les Mestres, pueblo anterior a Fombermeja, hay una cartel indicativo de las Foces de Raigosu. Apenas hicimos un par de kilómetros de ida. Pero ya de primeras, el comienzo de la ruta, brinda al viajero excurionista magníficos paisajes como el de la tercera fotografía.
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Paseando por Villamorey
En lo alto del pueblo se inicia una ruta bien señalizada, la PR-AS-177 que conduce bajo los árboles hasta el torreón de Villamorey y que ofrece, como se ve, una vista privilegiada del Embalse de Rioseco. La ascensión es ligera y muy agradable, entre avellanos, brezales y acebos.
La Collada de Arnicio
Pasados Rioseco y Tanes, cada uno con su bello embalse, conducir sin prisas, sin aceleración, sin apenas tráfico por carreteras estrechas, escarpadas, y en este caso en mal estado, a consecuencia de ciertos socavones y desperfectos en el asfalto te conducen, tras cruzar por pueblos con encanto como Bueres hasta la cima, en la Collada de Arnicio, ya en el Parque Natural de Redes. Momentos con este son un puro placer, más aún cuando el tiempo acompaña y brilla el sol, y refulgen unas montañas a lo lejos, mientras sobre otras se va cerniendo una capa de niebla. Contemplando las vacas y los bellos caballos, no se me iba de la cabeza el título de la novela de McCarthy.
La senda del oso
La senda del oso que iniciamos en Proaza (Asturias) se ha convertido a día de hoy, en agosto, en la M-40 de las rutas senderistas. A fin de poder hacer el mayor número de kilómetros la realizamos en bicicleta. A pesar de que daban lluvia no cayó ni una gota, al contrario, brilló un sol radiante y sofocante. La infraestructura bicicletera permite disponer de cualquier tipo de bicicleta, ya sea para adultos (las que cogimos nosotros, a razón de 14 € por bicicleta), niños, bicis eléctricas, tándem, bicicletas con sillita para llevar a los más pequeños, incluso un carrito para llevar a los perros pequeños. La senda estaba atestada de domingueros como nosotros. El mayor número de los presentes íbamos en bicicleta. Desde Proaza te animan a ir hacia arriba, hacia Tuñón, un par de kilómetros para ver al oso, que no vimos. Luego ya desde Proaza nos dirigimos en la bifurcación hasta Entrago. El otro ramal conduce a Quirós. Se va continuamente ascendiendo muy levemente, apenas un 1 % de desnivel. Se atraviesan más de 20 túneles, algunos bastante largos, y casi todo el recorrido se va protegido por una bóveda vegetal. El río siempre a nuestra vera. En el cual nos remojamos a la hora de la comida. Se cruza la carretera tres veces. Al regresar desde Teverga es todo cuesta abajo. A pesar de extremar las precauciones, pinchamos (ya nos advirtió el chico que nos alquiló las bicicletas que había que tener cuidado con los pinchos de las zarzamoras), pero regresamos sin problemas. Un descenso que es una gozada. Ahí aprecias que al ir todo es una continua, aunque leve, ascensión. Los paisajes son espectaculares, rodeados en nuestro recorrido por montañas. Ya en Proaza vale la pena llegarse hasta la aldea medieval de Bandujo, por una carretera muy escarpada, con desniveles según nos informaron tres ciclistas que andaban por allí, de más de un 20%.
Bandujo
Bandujo