En el paseo marítimo, paseaban los vigilantes, nada que ver con los de la serie de la escultura Pamela Anderson, en la piel de CJ.
Comiéndonos un bocata de rabas mientras la marea iba y venía mareándonos, escuchamos un ruido de fondo.
!Para tonto!. !Que pares!
Un perro igual de canso que pichici, andaba incordiando a una cría a la que rebasaba una cabeza. Ella lo mandaba a paseo, y el perro volvía una y otra vez. Los vigilantes solo se preocupaban de tocarnos las narices a los humanos. Con los perros que tenían los biorritmos alterados hacían la vista gorda. La chica pudo tomar consciencia de lo que le esperaría, años mas tarde con los de nuestro género, si cabe mas pesados todavía, cuando su orografía fuese mas escarpada.
Estando todos tirados en el suelo, en estado catatónico, se oía una música de fondo. Como un run-run de alguien que berrea, era un pequeño perro que le estaba despellejando los cordones del zapato a un miembro de la cuadrilla. ¿No sería mejor para las discográficas, que en estos grupos de trash-metal contratasen a perros aquejados de varicela, para que hiciesen las funciones de cantante.? Se ahorrabrían unas pelas y el ruido sería si cabe mas animal.
Uno del camping, camino a los lavabos me contó que había cambiado a su mujer por una muñeca hinchable en la cabina de su camión. «La quería mucho, pero amaba todavía más el silencio» me dijo con tono enigmático.
Cuando volvió a casa, la mujer lo había cambiado por un butanero. Ella quería mucho a su marido pero amaba aún más los gases nobles, le dijo ella al tiempo que le daba con la puerta en las narices.
No duró mucho su historia. El butanero, venía quemado, si bien no explotó. Le atenazaba la idea de la muerte, ¿Como vivirían sus seres queridos sin él? , y sobre todo ¿qué harían sus descendientes con esas colecciones de bombonas y espitas que el, con tanto mimo había venido coleccionando estos últimos años? Vino y se fue como la marea.
Ahora mientras ella conduce el camión por la Plana de Vic, el marido ronca a su lado trabajándose la siesta. Cree ser feliz, me dijo entre sollozos, porque aún quiere a su mujer y le asusta el silencio. Sigue leyendo