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Leer contra la nada (Antonio Basanta)

Leer contra la nada
Antonio Basanta
Editorial Siruela
Año de publicación: 2019
196 páginas

Por casualidades del azar me veo hoy que se celebra el Día de las bibliotecas, leyendo y finalizando un ensayo espléndido de Antonio Basanta titulado Leer contra la nada que cogí precisamente en un préstamo bibliotecario.

Son muchos los ensayos que se han escrito sobre la lectura, el lector, las bibliotecas, el ánimo bibliófilo y cuestiones similares. La gran virtud que tiene este ensayo de Basanta es que concentra en apenas 190 páginas, en un formato de libro propiamente de bolsillo, un sinfín de cuestiones que serán de indudable interés para el ánimo de cualquier lector, para el que leer sea una forma de emancipación, un ejercicio de descubrimiento, de autodescubrimiento y más una disposición que un resultado.
No podemos obviar la importancia del alfabeto (algo mágico), la creación de la imprenta en la divulgación de los textos, primero sagrados y luego de la cultura en general, la necesidad que tenemos del lenguaje hablado y escrito, cómo a través de la escritura podemos comunicarnos, expresarnos, censurar, criticar, enjuiciar y transformar la realidad que nos toca vivir o sufrir.
No falta en este ensayo Los derechos del lector por boca de Pennac, el reconocimiento público de Camus a su profesor, pues detrás de cada gran Maestro encontraremos unos cuantos alumnos agradecidos.
No se puede tampoco no hablar de las bibliotecas públicas, entendidas como una red capilar de cultura. La más importante y extensa de las existentes en España, afirma Basanta.
La lectura va ligada a la oralidad, a los cuentos que nuestros padres nos leen cuando somos pequeños, a ese espacio íntimo que compartimos con ellos, a la distancia que estrechamos cuando oímos sus voces, que son dedicación, que son cariño.

Basanta recurre a lo que otros muchos escritores han enunciado antes acerca del arte de leer (un leer que es cosechar, tejer, surcar, elegir, transformar, asimilar, compartir), fragmentos que no os transcribo para no menoscabar la sorpresa del lector que se acerque a este ensayo, pero sí hay algo en lo que quisiera detenerme, que tiene que ver con la forma en la que leemos, algo totalmente subjetivo, claro está. Dice Borges que el poema es la emoción que produce.
Leemos buscado una emoción, y a veces también una confirmación, o una confrontación que nos permita superar ciertos prejuicios.
En su Gramática de la fantasía: introducción al arte de inventar historias, Gianni Rodari, dice: Una palabra lanzada al azar en la mente produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicando el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir. Todos estos procesos mentales son los que se activan con la lectura, procesos que como vemos pertenecen a cada cual, por eso ni hay dos lectores ni dos lecturas iguales.

Para Basanta la familia, la escuela (una escuela que potencia las emociones, que fomenta el pensamiento, que cree en lo que crea, que da forma el criterio, que cultiva cualquier modalidad de expresión, que ofrece horizontes nuevos, que fortalece la diversidad) y las bibliotecas son las tres privilegiadas carabelas del descubrimiento el lector, a las que siempre deberían acompañar los vientos favorables de una Administración Pública responsable para con sus deberes y unos medios de comunicación sensibles y cómplices en el empeño. Está claro que es crucial la labor que desempeñan los editores y los libreros en la difusión cultural. También es cierto como apuntó Steiner que nunca tanta información generó tan escasa sabiduría. La clave está como afirmó Eco en transformar la información en conocimiento y éste en sabiduría. No es tarea fácil pues cada vez hay más amenazas como las «fake news«, más ruido, más confusión, más mentiras, y se hace más imprescindible que nunca el espíritu crítico, una capacidad lectora que como el cedazo nos permita separar el grano de la paja, la verdad de la mentira, antes de propagar estas últimas a golpe de clic, o de índice.

Si eres de los que piensan que Nada hay más fascinante para el ser humano que aprender, como afirma Basanta, este es tu libro, tu ensayo, tu texto, tu hogar.

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