Archivo de la categoría: 2019

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Malaherba (Manuel Jabois)

Conocía la labor periodística de Jabois pero no la novelística. En Malaherba nos vamos a comienzos de los noventa. El punto de vista de la narración es la de un niño cuyo padre muere dos veces. La primera porque le da un chungo. A resultas de lo cual su vida se ve trastocada profundamente. Jabois describe ese mundo con una gran sensibilidad y conocimiento. Un mundo, que quizás porque nacimos con tres años de diferencia, me resulta muy reconocible.
Pero más allá de los petazetas, los clicks, las máquinas recreativas, los josticks, los Armstrad, los motes a los profesores y a los alumnos, la presencia da abusones, las primeras pajas, la pulsión del deseo, el lanzamiento de piedras, los cómic y los vinilos, los porros, las expulsiones del colegio, etc.

Más allá de esta educación sentimental, lo meritorio en la novela es cómo describe Jabois ese mundo a través de la mirada de un niño de once años. Cómo ve él a sus padres, cómo es mundo que puede ser terrible se ve decantado por el amor y el cariño hacia quienes queremos, y cómo sus reflexiones son las de aquel que va dando sus primeros pasos, siempre titubeantes en esto del vivir, ingresando en un mundo que poco tiene de amable, que se ve dulcificado por la amistad, la que le presta al narrado su amigo Elvis, su hermana Rebe, su madre que hace lo que puede y su padre, muerto y redivivo y luego otra vez muerto.

Un epílogo final que permite releer el libro con otros ojos. Porque las cosas no son como sucedieron sino como las recordamos.

Muy bueno.

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Totalidad sexual del cosmos (Juan Bonilla)

Cada vez me resulta más interesante la lectura de biografías. Digo esto después de haber leído: Señor de las periferias de Jesús Montiel; Valéry. Tratar de vivir de Benoît Peeters con traducción de Mateo Pierre Avit; Maupassant y el otro de Alberto Savinio o Abandonar Costa Boacii. Ciorán una época de fragmentos de Oriol González, por citar solo algunos títulos que me han interesado.

Juan Bonilla, en Totalidad sexual del cosmos, recupera la figura de la mejicana Nahui Olin (1893-1978).

Biografía novelada con la que irá desbastando a Nahui, sacando su figura de la piedra marmórea del olvido, devolviéndola corporeidad y atributos, cara y cuerpo, la figura de una artista: poeta y pintora. Mujer que hizo de su capa un sayo, llevando más allá los límites que la sociedad imponía a toda mujer, y aquí: a la hija de un militar, a la esposa de un marido homosexual, a la madre de un niño prontamente muerto y por eso fue criticada, vilipendiada, cubierta de insultos.

La novela trata de limpiar su nombre de tanta mugre e ignominia sobre ella vomitada. Una prueba de amor.

Juan ofrece un relato hipnótico, cadencioso, una historia que me resulta voluptuosa, para contarnos una vida fragmentada en capítulos briosos, que se abren con un Ahora; presente en el que se irá cifrando la metamorfosis, el decurso de una existencia tan intensa, vívida como vivida.

Agradezco como lector la recuperación de mujeres como Nahui (una perfecta desconocida para mí), a quien Juan resucita en toda su complejidad y totalidad (aún a sabiendas de que esto resulta imposible) de un cosmos sexualizado.

Muy bueno.

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Fuegos (Ismael Ramos)

Publicado en gallego en 2017 bajo el título Lumes en la editorial Apiario, La Bella Varsovia lo edita en 2019 en castellano con traducción del propio autor, Ismael Ramos (Mazaricos, 1994).

Un libro puede llegar a nuestras manos de la forma más inesperada. Dando una vuelta por la biblioteca de Reinosa, en la mesa de las novedades y frente a tantísimo libro fue este de Ismael el que acabó en préstamo en mis manos.

Hablamos de un poemario de 60 páginas que he leído dos veces. La segunda en voz alta, porque estos poemas creo que así lo exigen y se aprecia entonces mejor su cadencia y musicalidad, su capacidad para fluir, para resbalar y también para afianzarse en la carne del lector cual anzuelo. Lectura que me ha generado una profunda sensación de melancolía desde su comienzo con Nacerá una polilla en tu cabeza. Un sanatorio sirve tanto para morir como para sanar, pero al protagonista del poema lo salvará la escritura.

Poemas que se construyen sobre la genealogía familiar, nada surge aquí de la nada pues todo está conectado, así todas las generaciones unidas por una misma sangre (aunque desemboque en agua), los hijos como cicatrices de sus padres, padres que se construyen dentro de los hijos, padres que piden a sus hijos que se peguen un tiro, un abuelo con miedo a la muerte, cuidado por su mujer de manos impolutas, hermanas que sienten la vida en el dolor de la primera regla, madres desfallecidas, y entierros y velatorios, la vida anticipando la muerte, el saber que se muere cada segundo que pasa, desear con violencia la felicidad ajena de los seres queridos y siempre el recuerdo, la infancia convertida en disciplina, siempre la ávida memoria, las mismas manos que acarician y matan, y todo cristalizado en una fotografía inexistente, retablo familiar con los padres, los hijos, la herida de un amor que no nos salva.

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Las malas (Camila Sosa Villada)

Las malas
Camila Sosa Villada
Tusquets
2019
230 páginas

En Las malas, Camila Sosa Villada (Córdoba, 1982) nos abre las puertas al universo travesti. Desde niño gusta vestirse de mujer. Algo reprobado por su padre alcohólico -que piensa que así acabará muerto y tirado en una zanja- y por la madre, que secunda a su marido. La imposibilidad de habitar un mundo inhabitable.

Yo no podía ser un hombre en ese mundo.

Travestis que generan atracción y desprecio en el paisanaje local de Córdoba (Argentina). Imposible apartar la mirada de un hombre vestido de mujer. Camila nos da cuenta de su infancia, adolescencia e incipiente adultez y lo difícil que le resulta poder ser ella misma.

Era un cuenco seco, viejo y duro, dentro del cuerpo de una criatura de 18 años.

El calor, el cariño y la comprensión que no hallará en su hogar lo encontrará en la pensión de la Tía Encarna, madre de todas las putas.

Santa patrona de todos nosotros, que logramos encontrarte en la búsqueda sin descanso de una madre, de procurarnos una madre para esas noches de remordimiento, una madre que nos enseñara a no sufrir.

Aquel hábitat pasa a ser su mundo, el nido desde el que salir a ganarse el pan prostituyéndose, una remuneración que le ayuda en satisfacer su necesidad de verse como una mujer. Aunque con un cuchillo entre las piernas.

En el quehacer de la prostitución se hermanan la fealdad y la belleza, la caricia y la vejación (más de una vez amanece sin saber qué tropelías han hecho en su cuerpo), el sexo activo y pasivo, las conversaciones enhebradas en los gemidos, el mercadeo del cuerpo que busca la clandestinidad, la penumbra en los parques, la invisibilidad en el día a día.

Comunidad travesti que se verá acechada, injuriada, agredida, asesinadas algunas de ellas y finalmente disuelta. Y de todo esto da testimonio Camila, un testimonio que cifra bien su Vía Crucis, dolor y sufrimiento e ilumina el universo travesti desde distintos ángulos, sobrevolando la sordidez gracias a una prosa delicada, contundente y también poética, pues cuando el El Brillo de los Ojos aparece en escena, o Los Hombres sin Cabeza o María la Pájara, uno ya siente en la textura del papel la magia del relato, la punzada de la existencia, la vida (pesarosa) abriéndose paso.

Nuestro cuerpo es nuestra única patria.