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El cielo en la cabeza

El cielo en la cabeza (Antonio Altarriba, Sergio García, Lola Moral)

La historia que aquí se nos cuenta es la de Nivek, un joven congoleño que trabaja en una mina extractiva de coltán, bajo un régimen infernal, donde supone un milagro llegar al día siguiente, y donde muchos van quedándose en el camino.

Nivek sobrevive, planta cara a los hombres que los esclavizan y pasará a trabajar con ellos. Será un niño soldado, un Kadogo más, que tendrá que hacer lo que sus superiores le pidan. Jefes sedientos de sangre, violencia y dinero, que llegarán a acuerdos con los dictadores locales y gobiernos extranjeros como el Chino, para sacar fuera todas las riquezas minerales del país, ya sea coltán, tungsteno, litio, uranio o cobalto. Nivek es obligado a romper los lazos familiares. Debe matar a todos sus seres queridos, y si no es suficiente con esto, ha de comer los pechos crudos de su madre. Algo que le atormentará los años venideros.

El cielo en la cabeza

Como condición impuesta por Nivel para ser un Kadogo, sus jefes han de permitir que Joseph se una al grupo (y de paso a salvarle la vida). Trabajará como cocinero. En la barbarie diaria a la que Nivek se verá inmerso, barbarie que llegará a a disfrutar, su buen amigo Joseph le aportará la titilante luz de la amistad y humanidad. Nivek y Joseph logran escapar, hasta llegar al hospital en el que trabaja el Doctor Mukwege, donde trata de arreglar los maltrechos cuerpos fruto de las violaciones, tanto de mujeres como de hombres. Allí Nivek dará voz a sus historias, a su pasado violento, un pasado reciente pues todavía sigue siendo un niño. Junto a Joseph cruzarán la selva, conocerán otros lugares, tribus y tradiciones. Y poco antes de dejar la selva, a Joseph lo morderá una serpiente y morirá. Pero las aventuras se seguirán sucediendo.

El cielo en la cabeza

Al perder la compañía de Joseph, Nivek alcanza la sabana y conoce al Gran Delwa, el hechicero más poderoso al oeste de lago Chad. Al lado del Gran Delwa llevarán a cabo la misión de salvar la vida del Rey Zafoa III. Las muerte de Gran Delwa, descansando bajo la sombra de un gran árbol, apoyado en la corteza, obligará a Nivek a moverse. Su objetivo es llegar a España.

Al dejar la sabana llega el desierto. Nivek es un tipo listo que sabe sobrevivir y hacer frente a las altas temperaturas, durmiendo bajo la arena y respirando a través de unas finas cañas. En su periplo conoce a una expedición de migrantes. Una mujer se decide a ayudarlo, a compartir la escasa agua y comida y de esa manera resucitarlo, pues cuando lo encuentran, Nivek yace sobre la arena en un estado calamitoso.

La propia dinámica de las mafias locales hace que el viaje de Nivek se interrumpa y acabe en Libia. Sus dotes como guerrero y experimentado luchador, le permitirán ganar múltiples batallas a muerte contra otros rivales, y fugarse con el dinero suficiente como para pagar el pasaje y cruzar el Mediterráneo.

El cielo en la cabeza

La tragedia de nuevo se ceba con las personas a las que Nivek quiere, y de carambola se ven obligados a recalar en Valencia. Nivek salta de la embarcación antes de llegar a destino y puede ganarse un dinero vendiendo bolsos de imitación en la calle, hasta que la mala suerte se cruza otra vez en su camino y un encontronazo con un policía, a vida y muerte, lo pone a la sombra.

Vemos pues una historia cíclica, en donde da igual dónde se halle Nivek porque siempre sucede algo que lo echa todo a perder. La historia de Nivek es la suma de muchas otras historias de otros muchos migrantes que escapan de situaciones horribles en sus países de origen y que si logran cruzar el Mediterráneo, tampoco lo tienen nada fácil en los lugares de destino.

El guion de Antonio Altarriba explicita muy bien la aciaga vida de Nivek, pródiga en aventuras y desventuras, donde conoce gente buena y mala, personas que quieren matarlo y aprovecharse de él y otros dispuestos a ayudarle a cualquier precio. Una vida, la de Nivek, muy cundida, tanto en el tiempo como en el espacio. Los dibujos de Sergio García son poderosísimos, bellos, sobrecogedores, en algunos momentos. Los estilizados cuerpos, la expresión de los ojos, su mucha expresividad, despliegan todo su esplendor gracias al tamaño de libro y son el complemento perfecto a los textos. Y Lola Moral aporta el color preciso en cada situación y esto se ve bien a medida que Nivek deja las minas, pasa a la selva, la sabana, el desierto o el Mediterráneo.

El cielo en la cabeza
Antonio Altarriba, Sergio García, Lola Moral
Norma Editorial
2023
144 páginas

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Javier Cámara: El hijo del Labrador (Ánjel María Fernández)

Javier Cámara: El hijo del Labrador es una singular biografía del actor Javier Cámara, en la que como si de una novela se tratara, un personaje, a la sazón actor, acepta el reto de interpretar a Javier Cámara.

No, el elegido no es el actor francés Gillaume Canet, de quien pongo una foto por si no les suena.

Guillaume-Canet

Cuando un actor debe interpretar a un personaje famoso, sea un escritor, un político, o un tenista, lo que viene al caso es leer su libros, escuchar sus discursos o ver sus partidos. Así nuestro actor decide visionar todo lo que tenga a mano de Javier Cámara, con la idea de mimetizarse con él, empezando por absorber su gestualidad. Me pregunto yo qué cómo se interpreta a un actor tan camaleónico como Javier Cámara y esa misma pregunta es la que se formula el protagonista de la novela. ¿Está en los ojos, en su mirada, la clave actoral de Javier?

Además de los visionados, otra forma de conocer a Javier es ir a las fuentes, o sea a Albelda de Iregua, pueblo de donde es oriundo Javier y una vez allí hablar con su madre y sus hermanas. Beber entonces de los recuerdos familiares y remembranzas de aquellos años en los que Javier ya supo que no gustaba del campo y que ser el hijo del labrador daría como mucho para el título de un libro futurible pergeñado por un escritor arnedano, porque su sitio no era el campo ni el tractor, sino el escenario y la interpretación.

Así lo veremos luego estudiando en La Laboral y en Logroño haciendo sus pinitos en una escuela de teatro que cerró, para luego ir a ganarse el pan a Madrid, currando como acomodador en un teatro e ingresando como alumno en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, la RESAD.

Más tarde, tras los años de formación, llega la recolección: junto a Pajares, hace tres décadas, lo vimos en ¡Ay señor, señor!, consagrarse en la serie Siete vidas al lado de Amparo Baró, adelgazar a lo bestia a las órdenes de Santiago Segura para verlo en Torrente, el brazo tonto de la ley, con gafas de culo de vaso. Caer bajo el paraguas mágico de Almodóvar y brillar en Hable con ella. Lo oímos hablar con acento colombiano en El olvido que seremos. Ser un profesor bonachón en Vivir es fácil con los ojos cerrados. Y luego en series estupendas como Viva Juan, dando vida a un crápula entrañable o en Rapa donde luce su mala baba y sus dotes investigadoras, dejando de lado la docencia que es su profesión. Otra cima para Javier supone haber rodado con Sorrentino en la serie The New Pope. Pero no se trata de hacer aquí un copia y pega de su filmografía.

A media que el protagonista de la novela ve más películas de Cámara más parece alejarse de él, porque copiar los gestos, o calcar el físico, ¿supone representar? No parece ser lo más importante, por eso más allá de lo epidérmico, de lo evidente, la búsqueda (como debe serlo también la escritura) luego irá dirigida al interior, para saber de qué está hecho Javier. El montante de respuestas tanto de familiares como de múltiples amigos con los que se entrevista, da como resultado una persona amable, afable, empática, humana, cariñosa, amiga de sus amigos, ajeno a las envidias, concienzudo, trabajador incansable, valiente encima de un escenario…

Hace unos meses pude ver en Logroño, en el Teatro Bretón, Vania x Vania. Mi interés consistía en ver a Cámara encima de un escenario. Además, el papel que interpretaba era el de un labriego y ahora leyendo el libro, mirando el título, pienso en Teodoro y en cuanto de ese mundo que Javier tan bien conoció pudo volcar (o rellenar) en su personaje.

Para acabar, apuntar que todo el texto lo recorre un viento cálido, algo parecido a la ternura, al cariño, a esa verdad tan esencial que Javier transmite en sus películas, series y obras de teatro y que Ánjel María atrapa y condensa, asimismo, en estas páginas.

Cuando leí el libro hace un par de meses, me bajé al Parque del Ebro pero antes pasé por la frutería del barrio. Lo que más llamó mi atención fueron las cerezas. Las había de Quel y de otros pueblos riojanos de cuyo nombre no logro acordarme, pero el frutero que de lo suyo sabe, me dijo que me llevase esas de Albelda (relucían como canicones) que no había otras mejores.

Acerté tanto con las cerezas como con la lectura de esta singular biografía de Javier Cámara.

Escritores riojanos en Devaneos |

Adriana Bañares
Diego Lázaro
Jorge Alacid
Pascual Martínez
Juan Pablo Fuentes
Elvira Valgañón
Sonia San Román
Luis Martínez de Mingo
Marta Alamañac
Ánjel María Fernández
José Ignacio Foronda
Rubén Ángulo Alba
Bruno Belmonte

Que-hace-que

Qué hace que las montañas sean tan bellas (Franz Schrader)

El texto del libro es una conferencia impartida por Franz Schrader en 1897, en el Club Alpin de París, que resume bien su pensamiento estético. Franz fue geógrafo, dibujante, divulgador, topógrafo, cartógrafo, pintor y volcó su vida en los Pirineos.

Su idea creo que es la de hacernos ver la montaña de otra manera, distinta a como la vieron en su día, por ejemplo, Montesquieu o Chateubriand. Al primero, el Tirol le pareció una comarca horrible, porque no se veía nada. En una visita por el valle de Aosta me impresionó mucho una cadena montañosa que abarcaba todo mi campo visual a lo largo, a lo ancho y a alto, como si la mirada no encontrase salida al macizo rocoso que la sometía.

Según Franz es cuestión de educar la mirada, apreciar los juegos de luces en combinación con la roca caliza, coger la perspectiva necesaria para poder apreciar la montaña en toda su belleza, se requiere mucho tiempo para formular el arte del paisaje. Y esto lo afirma en su faceta como pintor.

En la montaña, en ese limbo donde el cielo y la tierra se funden, se penetran, es donde Franz encuentra sentido a la belleza, donde todo deviene silencioso, natural, salvaje e indómito, como respuesta a unas vidas artificiales, anquilosadas y falsas. Y todo ello con la capacidad que tienen las montañas para entusiasmarnos y emocionarnos, de tocar la fibra de nuestro ser que nos devuelve humanos.

Una naturaleza, no obstante, que se ve doblegada con la construcción de las estaciones de esquí o los recientes funiculares. Incluso con la construcción de hoteles cerca de la cumbre. Y vemos hoy que el progreso apunta en seguir abundando en ello.

Descontado el extenso prólogo, la conferencia son apenas 60 páginas en edición de bolsillo, que me han resultado escasas, a tenor de lo que Franz tiene que contarnos y toda vez que ha captado prontamente mi atención.

Qué hace que las montañas sean tan bellas
Franz Schrader
Prólogo de Sara Boix Llavería
Traducción de Victòria Quingles Bennàssar
José J. de Olañeta Editor
2023
123 páginas