Vicente Valero
Editorial Periférica
2014
176 páginas
Indagar en el pasado es como recorrer un largo túnel con una linterna. Algo aflora, algo vemos, pero todo lo demás permanece en la oscuridad. Está ahí, sí, pero nunca sabremos qué se esconde bajo el manto negro que es el pasado.
Vicente Valero saca a cuatro familiares muertos a pasear. Familiares que para él tienen el estatus de extraños; rostros que nos miran desde un cuadro, desde fotografías descoloridas, como presencias inasibles, que forman parte de su familia, pero cuyo enunciado es una cáscara vacía.
Los cuatro familiares elegidos son figuras con historia, personajes únicos, singulares, muy viajados todos ellos. Un militar que hará las campañas coloniales africanas y morirá joven, quién coincidirá en tierras africanas con el aviador y escritor Saint-Exupéry. O un artista que dejará Ibiza y la sotana por el transformismo. O un jugador de ajedrez profesional desorientado más allá de los confines de un tablero. O un comandante republicano castrense y bondadoso a quien el nacionalcatolicismo vencedor orillará a tierras francesas hasta el olvido, hasta su muerte.
Valero pregunta a sus familiares vivos, colecciona y atesora anécdotas, postales, recortes de periódicos de esos extraños a los que sigue la pista de ultratumba, con varias décadas de retraso y con los pocos datos de los que dispone, brindándonos Valero un fascinante viaje sentimental al pasado, un pasado que nunca acaba de pasar, en unas páginas impregnadas de sensibilidad, y en donde las figuras de las fotografías cogen cuerpo y relieve, siendo exhumadas gracias a la portentosa prosa y mirada de Valero, que nos lleva a Marruecos, a Buenos Aires, a Madrid, a Albacete, o a Barcelona, ciudades donde esos extraños quieren cumplir sus sueños, siempre truncados estos por la soledad, el desamparo, el fracaso, las enfermedades, o las guerras.
Seres tan extraños como fascinantes son los que integran la familia de Valero, que podrían formar parte de la tuya o de la mía, porque el deseo de llevar una vida digna va más allá de insularidades, uniformes, lugares de residencia u ocupaciones.
Si la literatura es emoción y sentimiento, Los extraños, ya en su recta final, me deja tan abatido, tan colmado, tan reconciliado, tan sereno, tan plácido, tan melancólico, tan desgarrado, tan taciturno, que sabiéndome presa de tal cúmulo de sensaciones no puedo menos que recomendar la lectura de esta fabulosa novela, de este magnético y vívido fresco del siglo XX.
Una de mis mejores lecturas de lo que llevamos de año.
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