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Que tenga una casa

Que tenga una casa (Florencia del Campo)

Hay temas en la literatura que nos conciernen a todos, a saber, la infancia, el amor, la muerte. O la casa. Florencia del Campo ensaya escribir sobre una casa que será cuerpo. Querrá escribir la casa. Una casa no para estar en ella, sino un lugar al que volver, porque este es un libro de exilios, ausencias y viajes en el tiempo. Un deambular por distintas casas, una topografía sentimental en 3D.

Ya las canciones han tocado siempre el tema de la casa y la familia y pienso en el desgarro de Springsteen en My father´s house. Esa casa al que el niño quiere volver y al que el Springsteen adulto volverá una y otra vez, porque volver a casa será para él volver al padre. O ese tema de Marea que dice que mi casa está donde estás tú/ los mismos ojos, la misma luz/ mi casa está donde estás tú/ los mismos clavos, la misma cruz/ los mismos clavos, el mismo ataúd. O en clave literaria cómo no pensar en La mitad de la casa de Menchu Gutiérrez, donde los objetos de la casa supondrán un regreso al pasado de mano de la memoria. Incluso la autora fue más allá y dedicó otro libro a reflexionar sobre las ventanas, acerca del umbral que son, de cómo vemos y nos ven a través de ellas. Florencia del Campo, por su parte, aporta un buen número también de canciones y libros que han prestado su atención a la casa.

Unas páginas las dedica la autora a explicar cómo fue encontrar una casa, los múltiples viajes por provincias próximas a Madrid, la ilusión, las decepciones, hasta finalmente dar con ella en tierras segovianas. Esa casa capaz de albergar, por ejemplo, una biblioteca heredada.

Lo biográfico está muy presente en los recuerdos de la infancia, en el tránsito por distintas casas, el exilio hacia España desde Argentina, los trabajos precarios en Madrid, el empleo como niñera (otra clase de maternidad), el apego hacia esas niñas a las que cuida y ama, las relaciones de pareja, el precario equilibrio que siempre suponen. También el ejercicio de la escritura, la posibilidad de escribir sobre la casa, sobre las casas familiares, el ir en busca de sus raíces por tierras de Soria, o por Chaco y Corrientes en Argentina y siempre preguntándose de dónde es una, qué es aquello que nos conforma, cuándo tomamos posesión de algo, por qué nos es tan necesario una casa, un hogar, qué relación tiene la casa con una madre, qué sucede cuando la casa ya no está y solo nos quedan los recuerdos y no el sustrato físico.

No sé si Que tenga una casa puede ser una continuación de Madre mía, pero quizás cuando falta una madre se hace más necesario que nunca una casa, un hogar, para hacer así frente a la intemperie, no solo física, sino interior, y entonces echar los cimientos que nos permitan estar en el mundo. Y en este aspecto el libro de Florencia ayuda mucho y bien a pensar(nos).

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Candaya

La editorial Candaya celebra su vigésimo aniversario en el mundo de la edición. Pero no fue hasta el veintiocho de febrero de 2013 cuando leí por primera vez un libro de su editorial, Click de Javier Moreno.

Luego leería a Larraz y a Chejfec. Y a medida que iba afinando mis gustos lectores, Candaya era una editorial que cada vez me interesaba más. Y volví a Larraz, descubrí a Mónica Ojeda y a Jándula.

Candaya me dio el regalo de conocer a Ednodio Quintero e incorporó a sus filas a escritores que ya admiraba como Luis Rodríguez.

Poco a poco Candaya ha ido acopiando esa literatura de los márgenes para conformar uno de los mejores catálogos disponibles, con la incorporación de escritores como Eduardo Ruiz Sosa, Gustavo Faverón o David Toscana.

Y como Candaya siempre va a más, las lecturas de Gabriela Ponce, Fernando Parra Nogueras, Blandina, Rivero, Morellón o Marta Aponte Alsina me demostraron el buen olfato de Olga y Paco.

Candaya

Hoy estuvo en Logroño Olga, desgraciadamente ya sin Paco, acompañada de Eduardo, de Ramos y de otros lectores para charlar acerca de la novela El libro de nuestras ausencias.

Ha sido una velada muy especial en la librería Cerezo. Fue un disfrute oír hablar a Eduardo y después charlar con Olga, para ponerme al día de las nuevas incorporaciones a Candaya como Néspolo o Florencia del Campo.

Les deseo otros 20 años y muchos más.

Paco Robles

Paco Robles
Murió el domingo Paco Robles, (Jerez de la Frontera, 1957) fundador junto a Olga Martínez de la editorial Candaya. Como lector siempre le estaré agradecido. Creo que fue un libro de Javier Moreno, Click, aquel que me puso en la pista de Candaya. Camino que he frecuentado después un buen número de veces, siempre con ilusión y entusiasmo, pues para mí Candaya tiene hoy en día uno de los mejores catálogos disponibles, que me ha permitido leer a Gustavo Faverón Patriu, David Toscana, Eduardo Rodríguez Sosa, Gabriela Ponce, Fernando Nogueras Parra, Javier Martín, Giovanna Rivero, Marta Aponte, Luis Rodríguez, Mónica Ojeda, Alberto Torres Blandiana, Miguel Serrano Larraz, Álex Chico, Alejandro Morellón, Ednodio Quintero, Daniel Jándula, Sergio Chejfec

En un artículo de Tomás Sánchez Santiago leí esto. Vale la pena reproducirlo.

ELOGIO de la heroica iniciativa editorial, cuando la presencia del libro está por encima del interés de la presencia industrial. Hablo de Candaya, que sigue casi como cosa de familia, desde Canet de Mar, remando con ritmo sigiloso pero constante, dando al aire ediciones ejemplares en torno a autores contemporáneos. Ahora sale la de Roberto Bolaño (Bolaño Salvaje) y la de Ricardo Piglia (El lugar de Piglia), ambas complementadas con sendos CDs documentales sobre esos escritores.

Hace mucho tiempo que lo pienso: las más afamadas colecciones literarias con campamento en Madrid y Barcelona, y donde morirían por publicar tantos autores que siguen pensando que el mensaje es el medio- tienen mano larga pero también sucia. O al menos, descuidada. En cambio, en la sombra de la periferia es donde están aventuras tratadas con esmero y rigor. La editorial Candaya es una de las pruebas más significativas de ello. Larga vida a Candaya, amigos.

Descanse en paz.

Candaya en mis Devaneos.