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El oficinista (Guillermo Saccomanno)

El oficinista Guillermo SaccomannoCrear y describir. Crear un mundo y describirlo, acercarlo al lector. El autor de El oficinista, Guillermo Saccomanno, nos describe un mundo que ha creado con tinta, el cual no dista mucho del real. Suponemos que nos habla de un futuro no lejano, poblado de perros clonados, murciélagos que mueren entre las hélices de helicópteros mientras surcan cielos saturados de lluvia ácida, donde no hay amaneceres, donde no saben sus habitantes si es de día o de noche, calles donde estallan las bombas de terroristas o de suicidas, con zonas de degradación humana, donde la muerte y la vida van de la mano, un escenario en el que se mueven unos personajes innominados, porque sus nombres, sus particularidades son un detalle menor, dado que es la naturaleza la que se ha corrompido ya de tal manera, que El oficinista y protagonista del libro, es un tipo más, vulgar, común, multiplicado, que fantasea con asesinar a su familia y a su prole, a su amante, porque nada de cuanto vive le impele a seguir, sino que más bien lo hunde en el fango del suelo que pisa, un suelo parduzco, poblado de cadáveres, de jóvenes con piercings, drogados, alcoholizados, alineados con la nada más absoluta. Y en ese mundo gris surge la figura de una mujer, ese amor redentor que nos ayuda a ser mejores o al menos a creerlo, durante un tiempo, a menudo breve, en el que la enfermedad del enamoramiento enajena y excita al mismo tiempo.

El Oficinista caerá rendido a los pies de la secretaria del Jefe, la cual es compleja como todos, y lleva endosada varias vidas en sí misma, y a su rol de secretaria se añade el de mujer activa sexualmente, luchadora, trepadora, que quiere ser madre de un hijo luchador de kickboxing no un oficinista de escritorio, como su pretendiente, que se agarra a su puesto de trabajo en la oficina como un naufrago a su trozo de leña, delatando si es menester a otros compañeros, porque lo que importa es no perder el puesto de trabajo, tener una nómina con la que poder dilatar más su existencia gris, vacía.

El autor emplea una prosa ágil, rítmica, con momentos de humor negro, de existencialismo, kafkianos con referencias a la soledad rusa que anega al oficinista, una prosa desbastada que deshoja florituras para ir al busilis, a la esencia y que no da tregua al lector, con capítulos breves, para arrearnos un guantazo en plena jeta. Hace falta luego pues, retraerse, buscar el silencio para analizar cómo se ha llegado a esa situación, en qué se ha fallado, si este presente que es mañana tardará mucho en materializarse o si ya vivimos así y no somos conscientes.
Da miedo pensar que los sueños se hagan realidad cuando estos implican muerte y destrucción.

Hans Fallada

El escritor alemán Hans Fallada, seudónimo bajo el que escribía Rudolf Ditzen está de moda. Murió en 1947 y casi siete décadas después de su muerte, en España han lanzado casi simultáneamente dos libros suyos; El Bebedor y En mi país desconocido publicados ambos por la editorial Seix Barral. En la Revista Historia y Vida este mes dedican una página a Hans, y a estos dos libros. En Babelia, en El País, de hoy también aparece una pequeña crítica de estos dos libros. Críticas mínimas, apenas un leve esbozo, algo menos que una reseña. Lo que en ambos artículos me ha sorprendido es que aunque si se hable de otro libro suyo, Pequeño hombre ¿y ahora que?, nada se dice de su obra Solo en Berlín, de quien Primo Levi dijo que era el mejor libro escrito sobre la resistencia alemana. Libro que se publicaría a pocos meses de morir tras una sobredosis de morfina, el cual me estoy leyendo y dicho sea de paso, enganchando. Nunca es tarde para descubrir o recuperar a los grandes de la literatura alemana como Hans Fallada.

El enredo de la bolsa y la vida (Eduardo Mendoza 2012)

Quien haya leído El misterio de la cripta embrujada o El laberinto de las aceitunas, con este nuevo libro de Eduardo Mendoza se lo pasará en grande y se echará unas cuantas risotadas. A mí me ha pasado. El detective es el mismo que el de las anteriores entregas. Prima el surrealismo. !Secuestrar a nada menos que a Angela Merkel para que unos terroristas no la maten!. Mendoza en plena forma. El autor catalán hilvana las escenas con gracia, y si se mantiene la continua sonrisa de principio a fin hay momentos en los que uno no puede menos que descojonarse. Mendoza emplea un rico lenguaje, una prosa cuidada, que hace del libro además de un pasatiempo con el que reírse y divertirse, disfrutar al ver como se trabajan las palabras, mimando el lenguaje.

Tras Riña de gatos, donde Mendoza dejaba de lado el humor, con este, su último trabajo el humor brota a borbotones. Una miríada de personajes como Quesito, el Pollo Morgan, La Moski, el Juli, Rómulo el Guapo, la familia oriental. Además la historia bebe y se emborracha de presente, de ahí que la crisis lo inunde todo. No falta la presencia de la familia oriental, con un bazar al lado de la peluquería del protagonista. Unos chinos que hacen gala de una gran generosidad, y de su buen hacer en el mundo de los negocios, que vemos a diario, al tiempo que como el mejillón tigre van colonizándolo todo.

Maldito Karma (David Safier 2010)

Es este uno de esos libros que te meten por los ojos. Esos que vienen con unas tiras en su portada donde te informan de los cientos de miles o millones de copias que se llevan vendidos. No hablamos de calidad literaria ni nada parecido, sólo de ejemplares vendidos. A veces esto funciona y la gente se hace con ellos de forma compulsiva. Las Navidades siempre les supone un empujón en cuanto a ventas. Yo opté por otra opción, lo cogí en la biblioteca y no me gasté un chavo. Un amigo mío que hacía 15 años que no leía un libro, retomó la lectura con esta novela. Al recabar su opinión sobre la misma, me replicó que no sabía qué contestar, pues no había leído nada en tanto tiempo que no sabía de qué escribía ahora la gente, si las historias era parecidas a las que cuenta Safier. Pues no amigo, lo de Safier es una rara avis, en el mundillo literario, no es ni novela histórica, ni es novela negra, tampoco una autobiografía, sino una disparatada comedia, donde los personajes parecen sacados de una película de Walt Disney, esas donde los ratones, las ardillas, las vacas hablan entre ellos, con conductas humanas. En este caso se entiende, pues la protagonista es una joven de 32 años, una presentadora televisiva de éxito, con unos kilos de más, cuyo marido ejerce de amo de casa, y su hija le echa en cara cada día que apenas le dedica tiempo. A su vez la presentadora, de nombre Kim, se acuesta con otro presentador, por quien bebe los vientos. El día que recibe un premio y se encuentra en la azotea de un hotel recibe un impacto de una nave espacial y muere, para reencarnarse nada menos que una hormiga. Luego a través de la acumulación del Karma podrá ir mejorando su aspecto, cambiando de fisionomía, dentro del reino animal, pasando a ser un conejillo de las indias, una vaca, etcétera.

Como telón de fondo las ganas de Kim de redimirse, mientras la protagonista parece no tener muy claro, como quien deshoja la margarita si quiere o no a Alex, su marido. Safier, alemán hace unas cuantas coñas sobre temas alemanes, que harán gracia allí, donde el libro ha sido un superventas, quizá porque el autor ha sido guionista de televisión y es bien conocido (Seguro que aquí una novela de Buenafuente sería un éxito). Opta Safier por parir una coña constante, con diálogos donde no deja títere con cabeza, donde se mofa de todo el mundo, despachando las emociones humanas y los sentimientos humanos de un plumazo, lo que quizá supone el mayor problema de esta novela. La comicidad no está reñida con la profundidad, pero Safier de manera un tanto atolondrada, sin mucho criterio hace que la protagonista cambie cada dos por tres de parecer, que su banalidad y superficialidad, más que una crítica del mundo que nos rodea, impregne el resto de la historia, para arrojar una «vacua e hilarante fábula» sobre un puñado de gente que el autor tan bien conoce.