Archivo de la categoría: reseña

Screenshot_2024-12-31-17-52-11-741_com.miui.gallery-edit

Minimosca (Gustavo Faverón Patriau)

Finalizo la lectura de Minimosca unas pocas horas antes de clausurar el 2024. Sin duda para mí la mejor novela publicada este año, de las que he leído, que tampoco han sido tantas. Releí lo que escribí cuando leí Vivir abajo hace cuatro años y medio, para situarme, aunque no me ha aclarado mucho, más allá de ver que algunos personajes como George o Miroslav Valsorim comparecen de nuevo.

Si Vivir abajo se centraba mucho en las torturas, aquí es la muerte la que resulta una presencia ominosa y ubicua. El libro se ramifica en un sinfín de historias dentro de historias, dentro de historias, y hay que ir buscando la relación entre las mismas. Esto resulta complicado, más cuando leo la novela sin tomar apuntes; novela que debido a su tamaño (715 páginas), hace que cuando se retome el personaje del Arturo, en sus postrimerías, parezca que me hablen de alguien que conocí mucho tiempo atrás.

Leo que el mundo está lleno de trampas, y aquí las trampas, son los continuos giros de la trama. El mundo, la novela, parece un único escenario donde los personajes estuvieran continuamente entrando y saliendo del mismo, recorriendo la geografía americana de norte a sur, no a la velocidad de la luz, sino a la del paso humano, como hace Angus White. La manera en la que Gustavo articula sus historias genera una atmósfera enfermiza, donde confunde los planos de la realidad y la ficción, avivados por una fértil imaginación que se desparrama en múltiples direcciones. La novela es un continuo abrazo a la literatura, porque aquí Vallejo tiene un papel importante, como personaje y con sus obras, como los poemas que recita Minimosca en el ring para doblegar a sus rivales. O las obras de Thomas Browne y su Urne-Burriall. O la presencia de escritores como Stephen King, Melville o Nathaniel Hawthorne, entre otros muchos.

Sabemos que el siglo XX fue infausto con guerras mundiales o locales, millones de muertos y dictadores por doquier. ¿Cómo explicar toda esta barbarie y sinsentido? Gustavo se nutre de historias menores, de asesinos de andar por casa, de torturadores de la peor calaña, de violadores, de padres que ofrecen a sus hijas para ser violadas, de padres maltratadores, de niñas que tratan de hacer arte con un cámara en un campo de concentración, de artistas que llevan sus planteamientos hasta el ultimo paso que es el ahorcamiento, de artistas que dejan el horror en imágenes.

Creo que lo único válido ante un libro tan descomunal y apabullante como es Minimosca, cuyo título desdice el peso pesado que es, consiste en abandonarse a la lectura, en sumergirse de lleno en la narración y sus vaivenes, en el horror, en la literatura que impregna cada página. También el misterio. Es posible que uno se sienta también como el Amnésico de la novela, que haya cosas que no le suenen cuando las lea, y no logre atar todos los cabos. En todo caso, esto solo alentará las ganas de una futura relectura, porque me temo que como sucede con el Ulises, y con otros muchos libros considerados clásicos, la lectura de Minimosca es tan sorprendente como inagotable, aunque el lector acabe, doy fe, agotado. Pero muy satisfecho.

El cielo en la cabeza

El cielo en la cabeza (Antonio Altarriba, Sergio García, Lola Moral)

La historia que aquí se nos cuenta es la de Nivek, un joven congoleño que trabaja en una mina extractiva de coltán, bajo un régimen infernal, donde supone un milagro llegar al día siguiente, y donde muchos van quedándose en el camino.

Nivek sobrevive, planta cara a los hombres que los esclavizan y pasará a trabajar con ellos. Será un niño soldado, un Kadogo más, que tendrá que hacer lo que sus superiores le pidan. Jefes sedientos de sangre, violencia y dinero, que llegarán a acuerdos con los dictadores locales y gobiernos extranjeros como el Chino, para sacar fuera todas las riquezas minerales del país, ya sea coltán, tungsteno, litio, uranio o cobalto. Nivek es obligado a romper los lazos familiares. Debe matar a todos sus seres queridos, y si no es suficiente con esto, ha de comer los pechos crudos de su madre. Algo que le atormentará los años venideros.

El cielo en la cabeza

Como condición impuesta por Nivel para ser un Kadogo, sus jefes han de permitir que Joseph se una al grupo (y de paso a salvarle la vida). Trabajará como cocinero. En la barbarie diaria a la que Nivek se verá inmerso, barbarie que llegará a a disfrutar, su buen amigo Joseph le aportará la titilante luz de la amistad y humanidad. Nivek y Joseph logran escapar, hasta llegar al hospital en el que trabaja el Doctor Mukwege, donde trata de arreglar los maltrechos cuerpos fruto de las violaciones, tanto de mujeres como de hombres. Allí Nivek dará voz a sus historias, a su pasado violento, un pasado reciente pues todavía sigue siendo un niño. Junto a Joseph cruzarán la selva, conocerán otros lugares, tribus y tradiciones. Y poco antes de dejar la selva, a Joseph lo morderá una serpiente y morirá. Pero las aventuras se seguirán sucediendo.

El cielo en la cabeza

Al perder la compañía de Joseph, Nivek alcanza la sabana y conoce al Gran Delwa, el hechicero más poderoso al oeste de lago Chad. Al lado del Gran Delwa llevarán a cabo la misión de salvar la vida del Rey Zafoa III. Las muerte de Gran Delwa, descansando bajo la sombra de un gran árbol, apoyado en la corteza, obligará a Nivek a moverse. Su objetivo es llegar a España.

Al dejar la sabana llega el desierto. Nivek es un tipo listo que sabe sobrevivir y hacer frente a las altas temperaturas, durmiendo bajo la arena y respirando a través de unas finas cañas. En su periplo conoce a una expedición de migrantes. Una mujer se decide a ayudarlo, a compartir la escasa agua y comida y de esa manera resucitarlo, pues cuando lo encuentran, Nivek yace sobre la arena en un estado calamitoso.

La propia dinámica de las mafias locales hace que el viaje de Nivek se interrumpa y acabe en Libia. Sus dotes como guerrero y experimentado luchador, le permitirán ganar múltiples batallas a muerte contra otros rivales, y fugarse con el dinero suficiente como para pagar el pasaje y cruzar el Mediterráneo.

El cielo en la cabeza

La tragedia de nuevo se ceba con las personas a las que Nivek quiere, y de carambola se ven obligados a recalar en Valencia. Nivek salta de la embarcación antes de llegar a destino y puede ganarse un dinero vendiendo bolsos de imitación en la calle, hasta que la mala suerte se cruza otra vez en su camino y un encontronazo con un policía, a vida y muerte, lo pone a la sombra.

Vemos pues una historia cíclica, en donde da igual dónde se halle Nivek porque siempre sucede algo que lo echa todo a perder. La historia de Nivek es la suma de muchas otras historias de otros muchos migrantes que escapan de situaciones horribles en sus países de origen y que si logran cruzar el Mediterráneo, tampoco lo tienen nada fácil en los lugares de destino.

El guion de Antonio Altarriba explicita muy bien la aciaga vida de Nivek, pródiga en aventuras y desventuras, donde conoce gente buena y mala, personas que quieren matarlo y aprovecharse de él y otros dispuestos a ayudarle a cualquier precio. Una vida, la de Nivek, muy cundida, tanto en el tiempo como en el espacio. Los dibujos de Sergio García son poderosísimos, bellos, sobrecogedores, en algunos momentos. Los estilizados cuerpos, la expresión de los ojos, su mucha expresividad, despliegan todo su esplendor gracias al tamaño de libro y son el complemento perfecto a los textos. Y Lola Moral aporta el color preciso en cada situación y esto se ve bien a medida que Nivek deja las minas, pasa a la selva, la sabana, el desierto o el Mediterráneo.

El cielo en la cabeza
Antonio Altarriba, Sergio García, Lola Moral
Norma Editorial
2023
144 páginas

el-arte-de-la-escritura

El arte de la escritura (Jofre Casanovas ed.)

El arte de la escritura, publicado por Montesinos Editor, con textos seleccionados por el editor Jofre Casanovas, será un buen manual para todo aquel lector curioso y el escritor que quiera conocer mejor los entresijos de la escritura.

No hablamos del Santo Grial, porque a fin de cuentas el estilo es propio de cada autor, pero se dicen aquí muchas cosas interesantes.

En algunos de estos textos brilla el humor y la mordacidad como el que lleva a cabo Mark Twain en su valoración de la obra El cazador de ciervos, de Fenimore Cooper, al que critica sin reparos, con argumentaciones de peso. Lo cual no supone que para muchos, aunque para Twain carezca de invención, orden, sistema, vida o emoción y su inglés sea un crimen contra el idioma, dicha obra sea una obra de arte pura, por ejemplo para Sr. Lounsbury.

De Virginia Woolf se recogen dos textos, La maña del escritor y la Carta a un joven poeta. En La maña del escritor, pronto descubre Virginia que maña no es la palabra más adecuada y reformula el título como Una divagación en torno a las palabras. Con mucha sorna la autora trata de hacernos ver que las palabras no son importantes. De hecho ella ve como la crítica y el público prefiere ver resumida una opinión en algo tan gráfico como una cruz y o una estrella. Algo parecido con lo que sucede hoy con las estrellas de algunos restaurantes. Luego concluye afirmando que sí, que las palabras están en los diccionarios, al alcance de cualquiera, pero el escritor recurre a las que viven en la mente. Dice Woolf que las palabras, igual que nosotros, necesitan intimidad para vivir cómodamente. Nuestra inconsciencia es su intimidad; nuestra oscuridad es su luz. En la Carta a un joven poeta, le anima a escribir, pero a no darse prisa en publicar. Si publicas, tu libertad quedará restringida; pensarás en el que dirán; escribirás para los demás cuando solo deberías escribir para ti mismo.

En Unamumo en el texto seleccionado es el prólogo que escribió para Tres novelas ejemplares. Aquí más importante que la escritura es la lectura. Por esa Unamuno afirma que Porque sabido es que el que goza de una obra de arte es porque la crea en sí, la re-crea y se recrea con ella. Y referido a los lectores, según Unamuno: No es que huyan de lo que les haga pensar; huyen de lo que les haga conmoverse.

De Thoreau se procede a espigar algunos extractos de sus Diarios. Lo que en ellos se afirma es que Un escritor que no habla desde una experiencia plena utiliza palabras tórpidas, palabras huecas o sin vida, palabras como “humanitario”, que tiene una parálisis en sus finales.

Herbert Spencer ofrece el texto más extenso del libro; un texto valioso bajo el epígrafe Filosofía del estilo. Un texto clave para todo escritor que quiere entender mejor en qué consiste el clímax, el anticlímax, el principio de economía de las palabras, el efecto poético, o la necesidad de la variedad en la escritura; entre otros muchos temas abordados.

En Rilke, tenemos completa su obra Cartas a un joven poeta. Son diez. El poeta es Kappus. Las cartas van de 1903 a 1908. En ellas Rilke, a pesar de estar en la treintena da muestras de su madurez. Es manifiesto el cariño y bonhomía que las cartas desprenden. Nos habla en ellas del ser humano femenino. También de la necesidad de la soledad, o del amor que consiste en dos soledades que se protegen, se respetan y se saludan.

De Nathaniel Hawthorne se recoge un texto de una revista reseñando y encareciendo su obra Cuentos contados dos veces. Se afirma que El rasgo distintivo del Sr. Hawthorne es la invención, la creación, la imaginación, la originalidad; un rasgo que en la literatura de ficción, vale lo mismo que todos los demás juntos.

Poe explica cómo escribió su archiconocido poema El cuervo.

De Louisa May Alcott se recoge una carta que escribe a una joven escritora. A la que le hace saber que no existe un camino fácil para ser autor de éxito. Dice que el éxito es con frecuencia un afortunado accidente, que llega a quienes no lo merecen, mientras que otros sí merecedores tienen que esperar y esperar hasta ganárselo. Louisa sabe de lo que habla, y finalmente con Mujercitas alcanzó el éxito. Lo escribió enferma. Y lo escribió para demostrar que podía no escribir libros para niñas.

Walter Benjamin, siempre tan analítico, nos presenta La técnica del escritor en trece tesis. Me quedo con esto. Nunca deje de escribir porque se haya quedado sin ideas.

Lewis Carroll nos da Tres consejos. Uno de ellos es clave: Nunca dejes una dificultad sin resolver.

Uno de los textos que más he disfrutado en el libro ha sido El arte de la ficción de Henry James. Una aguda reflexión acerca de qué es la ficción, porque esto (la idea de que una novela ha de ser solo una sucesión de aventuras) le devuelve a la novela el desgraciado e insignificante papel de objeto artificial e ingenioso, que la rebaja de su vasta y libre condición basada en una correspondencia inmensa y exquisita con la vida.

Jack London recurre a su experiencia para explicar cómo logró ser impreso, tras publicar algunos relatos en las revistas, como el relato El gato negro, por el que cobró veinte dólares por 2000 palabras.

Lovecraft también ofrece un texto que ayudará al escritor en su tarea. Donde ofrece un listado de los errores gramaticales más comunes; donde recomienda una lectura juiciosa, siendo esta una fase prioritaria para todo escritor, también insta a aumentar el vocabulario y a emplearlo al escribir; a conocer cuales son las fases elementales en un relato: descripción, narración, exposición, argumentación, persuasión. Y tres atributos que son esenciales, tanto en la descripción como en la narración: la Unidad (cada parte de una composición debe guardar alguna relación con el tema central), la Masa (exige que las partes más importantes de la composición ocupen lugares igualmente importantes en la composición, el párrafo y la oración) y la Coherencia (los efectos sigan a las causas en un flujo constante)

Screenshot_2024-12-01-21-51-02-096_com.miui.gallery-edit

Vecovurt (Alba Ramírez Guijarro)

La cubierta de Vecovurt ya ofrece al lector alguna pista acerca del contenido de la novela. La casa que vemos en ella bien puede ser la de la pareja protagonista, formada por Yaren y Nit. Una casita preciosa de un film de sobremesa. Al fondo los rascacielos, la modernidad, el progreso financiero, enmarcado en un territorio virgen hasta apenas hace dos siglos. Virgen no, habitado por los aborígenes que fueron borrados del mapa. Vecovurt se sitúa en un archipiélago en el Pacífico, próximo a Groenlandia, en América del Norte.

Podemos pensar en una de esas comunidades modélicas donde el aire que se respira es la felicidad. Si bien, llegado a lo más alto de la pirámide de Maslow, cubiertas ya todas las necesidades físicas y espirituales, parece sobrevenir entre la población el tedio, aquel aburrimiento tan peligroso del que ya nos advirtió Walter Benjamin. Y la manera que encuentra la población de escapar de ellos mismos y de salir del aburrimiento es recurrir al Trupe, una droga legal.

En la pareja formada por Yaren y Nit, completada con los hijos: Jaslu y Lera, entrará Velkan, un rumano que deja los Cárpatos en busca de su particular El Dorado, que bien puede ser Vecovurt. La novela se despliega minuciosamente en el campo psicológico. Está por ver si el nacimiento y el destino van de la mano, aherrojados al determinismo o no. Velkan ha tenido una infancia difícil, su familia no es un dechado de virtudes, sino un puñado de supervivientes golpeados una y otra vez por una realidad que les ha dado muy escasas oportunidades y todavía menos alegrías y sí un resentimiento del que Velkan quiere sustraerse.

Velkan se cuestiona su identidad. Sabe muy bien de dónde viene pero no tanto hacia dónde va. Le gustan las mujeres pero puede encontrar también el amor en los brazos de un hombre. Es rumano pero se puede sentir más de Vecovurt que cualquiera. Se siente escritor pero sus haberes se los proporciona su oficio de repostero, en la elaboración diaria de éclairs a la crema. Es un camaleón que puede reemplazar a Nit cuando se ausente unos meses, y ejercer de marido para Yaren, de padre para Jaslu y Lera. La narración indaga en la posibilidad de ser otro sin dejar de ser uno mismo, si esto es posible. Si bien, al irse de Rumanía y luego volver tres veces, ya constata ahí Velkan una fisura, el cual va teniendo cada vez más claro hacia dónde quiere ir y en qué casilla del tablero quiere afincarse. Por otra parte, Nit es mestizo, de madre aborigen y padre blanco y libra también su particular batalla contra su pasado, identidad y memoria.

El referido tedio también puede verse alterado con la llegada del drama, de la mano de un incidente, como el que sucede en la refinería en la que trabaja Nit. O en otro anterior, como una inundación, lo que permite que las vidas de Nit y Velkan se fundan y confundan. Esos momentos de zozobra parecen espolear a la población, sacarlos de su letargo y monotonía, ofrecerles la posibilidad momentánea de sentirse vivos.

Se habla en la contraportada de odisea contemporánea. Tal vez la novela de Alba Ramírez lo sea. Pueden ser dos décadas para volver a casa, o bien para encontrarse con uno mismo, para cerrar el círculo, para saber que ocupas tu lugar; ese es el proceloso camino que el lector descubrirá siguiendo los pasos de Velkan.

Vecovurt
Alba Ramírez Guijarro
Ápeiron Ediciones
2024
176 páginas