
7:02 a.m en Logroño. 18 de Marzo. Amanece. La gran bola de fuego, nos saluda. Otro día comienza, una nueva alborada.

7:02 a.m en Logroño. 18 de Marzo. Amanece. La gran bola de fuego, nos saluda. Otro día comienza, una nueva alborada.
En la antigüedad los filósofos se hacían preguntas que hoy en día siguen en liza, ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿de qué color son las berenjenas?
En mi mano tengo la respuesta a dos de esas cuatro preguntas:


Me llamó la atención del poster de este bar, donde algunos de los bocatas llevaban nombres como «Espartero» o » Murrieta«. El primero fue un General del cual hay una estatua en el Paseo del Espolón y que incluso llegó a ser Jefe de Estado, como regente de Isabel II.
El segundo hace mención a nuestra comunidad, el tercero a la calle donde está ubicado el bar, el cuarto lleva el nombre del local y el quinto almuerzo es un homenaje a los peregrinos que cada mañanan desfilan desde hora temprana por Murrieta, siguiendo la flecha amarilla que les conducirá a Santiago de Compostela.
Esto de poner nombres a platos, bocatas o entrantes con nombres conocidos, es práctica común porque en Reinosa, en la Cafetería Vejo hay un bocata «Espurz«, homenaje al famoso pintor de esa ciudad.

La segunda foto va dedicada a ese pegote, a esa pantalla minúscula, a ese apéndice horrendo sobre el edificio de La Fundación Logroño Turismo que rompe toda la estética habida y por haber. No sé a cuento de qué han plantado eso ahí. Bueno sí lo sé o me lo imagino: $$$$$$. Ya sabéis hacer caja, dejando que empresas como Caja Duero se anuncien.
Siempre que se menciona Logroño, se habla de La senda de los elefantes, de la Calle Laurel. La Travesía San Juan no tiene tanta fama como la anterior pero ofrece unas tapas que no desmerecen para nada a las ofrecidas en la Laurel. De hecho tras haber venido de San Sebastián afirmo, sin haberme empipado con vino de la tierra, que las tapas de la Travesía San Juan no tienen nada que envidiar a los pintxos que comí en San Sebastián.
