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Para entender a Góngora (José María Micó)

En el colegio recuerdo que cuando tocó hablar someramente de Góngora (no estaban nuestros ternos cuerpos preparados para la mella de las Soledades) creo que nos hablaron acerca de la rivalidad existente entonces entre Góngora y Quevedo y poco más. Ahora, tres décadas después vuelvo voluntariamente y azuzado por la curiosidad, a la figura de Góngora y lo hago de la mano de un especialista en el autor cordobés, José María Micó Juan (JMMJ) (Premio Nacional de traducción en 2006 por Orlando furioso y muy de actualidad ya que ha puesto recientemente y a nuestra disposición, en Acantilado, una nueva traducción de la Comedia de Dante, en cuya lectura o travesía, gracias a Jesús, ya hay muchos inmersos), leyendo con fruición, incluso deleitándome, su Para entender a Góngora (publicado en 2015 en Acantilado, libro con el que Micó se despide ya de Góngora), que recoge los rigurosos estudios que Micó ha escrito sobre Góngora las últimas décadas. Presentes en los ensayos las figuras de Dámaso Alonso, de Jorge Guillén.
La última parte del libro se cierra con unos escritos en los que se dan buena cuenta de la vigorosa salud de la que gozan los estudios gongorinos en la actualidad.

José María Micó

Micó me saca de paso de mi error, pues como afirma, la rivalidad, en el caso de haber existido, no hubiera sido tanto entre Quevedo y Góngora –separados por una generación- como entre Góngora y Lope de Vega.

Si echo la vista atrás, aquella figura brumosa, apenas percibida, como era Góngora (al que Auden en sus ensayos, El arte de leer, ponía en un pedestal, cuando hablaba de aquellos poetas que al ser traducidos perdían mucho, en el caso de que los poemas fuesen sólo sonido; Góngora es absolutamente extraordinario en lengua inglesa, decía Auden. Traducciones en todo caso siempre oportunas y necesarias, como se lee aquí), hace apenas un mes, tiene ahora una consistencia, una presencia, mucho más nítida, pétrea, a medida que he ido leyendo y disfrutando las poesías de Góngora, las canciones, romances, letrillas, décimas, sonetos y los poemas mayores: el Polifemo y las Soledades, que pueden leerse en los siguientes enlaces del Instituto Cervantes: I, II

Obras comentadas por Micó (al detalle en el caso del Polifemo, incorporando la edición de Acantilado, El Polifemo de Luis de Góngora. Ensayo de crítica e historia literaria, publicado en 2001 por Ediciones Península), pues como certeramente apunta el título, lo que se trata aquí es de conocer a Góngora: su excelsa obra poética, su espíritu renovador (abriendo la lengua poética de su tiempo, a sentidos insospechados, retorciéndola, para presentarla en construcciones sintácticas desafiantes y le incorporó la cultura poética latina e italiana, sin perder el acervo popular), su tratamiento único y cimero con el lenguaje, que se concretó en obras maestras que aúnan inteligencia, sensibilidad y musicalidad, para lo que Micó irá espigando distintos versos de diferentes obras y comentándolos con tal prolijidad (aunque sin desparramarse en un aluvión de notas eruditas al pie, que hacen la lectura más fluida, sugestiva y subyugante), que entre leer por ejemplo el Polifemo, a la buena de Dios, y hacerlo después de haber leído previamente las exégesis de Micó (apoyadas en las de, entre otros, Pellicer, Salcedo, Cuesta, Vázquez-Siruela, Dámaso Alonso, Díaz de Rivas, que nos permite ver muy a las claras, cómo el Polifemo de Góngora, no es una obra ex nihilo, sino que sobre toda la tradición precedente, de siglos y milenios, sobre las obras de Horacio, Homero, Virgilio, Ovidio, Teócrito, Claudiano, Séneca, Torquato Tasso, Ariosto, Garcilaso, Petrarca, Dante, Boccaccio, Marcial y otros muchos tantos, Góngora dota la obra de su personal estilo, un Góngora bien loado, como tuve ocasión de comprobar a mi paso por Córdoba, por Cervantes), hay una diferencia como entre la noche y el día, una vez entendido y “comprendido”, ya que “Leer sin entender es tanto como no leer”. La lectura sin comprensión es, en efecto, una lectura no consumada ni placentera que produce insatisfacción, y el lector insatisfecho prefiere achacar su mengua a la absurdidad de los textos que a su propia indolencia, dice Micó. Góngora en la carta que cierra Soledades en edición de Cátedra a cargo de John Beverley, defendiéndose de las objeciones a la obscuridad de sus Soledades afirma: el fin del entendimiento es hacer presa en verdades, que por eso no le satisface nada, si no es la primera verdad, conforme a aquella sentencia de san Agustín: “Inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te”, en tanto quedará más deleitado, cuanto, obligándole a la especulación por la obscuridad de la obra, fuera hallando debajo de las sombras de la obscuridad asimilaciones a su concepto; obscuridad poética que me trae en mientes los Cuatro Cuartetos de Eliot quien se vio en la necesidad de acompañar su libro de poemas, muy a su pesar, de un manual de instrucciones que hiciese la lectura más inteligente y accesible a sus lectores), con las limitaciones que implica el concepto aplicado a un autor infinito, tal es Góngora.

Recomiendo, complementar la lectura de este libro con dos conferencias de Micó sobre Góngora, disponibles para su escucha y visionado en la Fundación March, que permiten apuntalar y retener muy bien lo leído.

Conferencias: I, II

Otros recursos: Todo Góngora (Universitat Pompeu Fabra)

Sobre Góngora
| Página de Carlos Ivorra

Soledades de Luis de Góngora | Edición digital

Góngora en Devaneos | El poeta y el escritor

José María Micó además de sus reconocidas traducciones también ha traducido del italiano al castellano, canciones de Francesco Guccini, a quien por estos pagos se le venera.

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