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Romerías

El otro día en el Muwi mientras tocaban los grupos, más que prestar atención al cantante de los mismos, ya fuese Xoel, Cristina, Álbaro o Rodrigo, me fijaba en el resto de los miembros de la banda, en su gestualidad, en si disfrutaban o no con todo aquello. El cantante lleva la voz cantante y aglutina todas las miradas, ¿pero qué pasa con el resto de miembros de la banda? Pienso en ello después de leer esto de Jesús del Río en su novela No estaré aquí mañana.

Mi padre tiene la cabeza inclinada sobre su guitarra y se limita a tocar con evidente desgana algunos acordes apenas audibles.

Vemos a menudo a los músicos ocultarse detrás de las gafas de sol, de las gorras y sombreros, de un gesto duro y distante como si se tratase de una máscara. Nos resultaron graciosos los movimientos espasmódicos de Juan Aguirre detrás de Amaral, desplazándose por el escenario. En su caso sin gorra ni sombrero, sino con gorro de playa azulyblanconáutico, a pesar de que no brillaba el sol y la lluvia se afanaba en querer amargarnos las fiesta. Pensé que si regresase a a casa con uno gorro así en la jeró, me ponían las maletas en la puerta para que fuese, en términos finistérricos, rumbo hacia la Última Thule.

Ilusiona ver a alguien tan vivaracha como Amaral encima del escenario, tan alegre, sin que le pesen las dos décadas de carrera, al contrario, como si esa experiencia fuese un carro alado que de ella tirara. Si la memoria no me falla creo haber visto tocar a Amaral cuando publicaron su primer disco, Amaral, en 1998, en la discoteca Área 7, hoy conocida como Concept.
Pero la palma se la llevó Rodrigo Cuevas. Un espectáculo el suyo rebosante de alegría, humor, desparpajo y picardía, aderezado con voluptuosas coreografías y unos parlamentos entre canción y canción de lo más excitantes, incluso hubo víctimas lipotimiadas. Un espectáculo el de Rodrigo que obliga a reformularse indefectiblemente la idea que uno tenía de las romerías.

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A propósito de un tal Javier Marías (Michel Braudeau)

No muy lejos de mi domicilio, en un establecimiento de Cáritas, me proveo de libros que tienen un precio simbólico. A propósito de Javier Marías (con traducción de Antonio Iriarte) me costó medio euro. Libros que una vez leídos vuelvo a entregar en Cáritas o deposito en cualquiera de los puestos diseminados por la ciudad para el intercambio de libros.

Este libro de apenas sesenta páginas es la entrevista que Michael Braudeau mantuvo con Javier Marías en 2005. Es curioso comprobar cómo muchas de las cosas de las que se lamenta Javier, dos décadas después vuelven a estar encima de la mesa; antes con Zapatero y ahora con Sánchez. No parece tampoco que haya cambiado mucho la arena política, donde los cabezazos parecen reemplazar a menudo a la razón y el diálogo. Las mismas críticas dirigidas a la Iglesia en 2005, con un artículo en El Semanal que no le dejaron publicar y que supuso la salida de Marías del grupo Correo para recalar en El País, podrían hacerse también hoy.

Se lamenta aquí Marías de la falta de reconocimiento oficial, en forma de premios, pero reconoce tener un buen número de lectores, aunque siempre haya tenido que soportar, no obstante, críticas de todo tipo: desde que su prosa era fría, o demasiado apasionada, o hecha para mujeres, o que parecía un escritor inglés y poco español o que sencillamente escribía mal, quizás por su empeño en retorcer la sintaxis en sus obras.

Ya sabemos que cuando un escritor recibe el Nobel o bien la palma, le surgen lectores hasta debajo de las piedras. Así hoy, Marías, tras su muerte ha seguido sumando lectores con obras como Los enamoramientos, Berta Isla o Tomás Nevinson.

Marías también habla de su padre, el cual sufrió lo suyo con la dictadura franquista. Y reconoce que tuvo una buena niñez. No puede olvidarse de esa figura tutelar que para Marías fue Benet. Y hablando de su labor como traductor recuerdo que tengo pendiente de leer Tristram Shandy, que precisamente se me hace apetecible porque la traducción es obra de Marías.

Reseña de Los días del devenir por Juan Pablo Fuentes

El escritor Juan Pablo Fuentes, responsable del longevo e imprescindible blog literario Cuchitril Literario ha leído y reseñado Los días del devenir. Muchas gracias por la atención.

Leer reseña aquí.

Los días del devenir en Cuchitril Literario

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