Archivo de la categoría: Don Quijote

Don Quijote y los enamorados

Y que el de casarse los enamorados era el fin de más excelencia, advirtiendo que
el mayor contrario que el amor tiene es la hambre y la continua necesidad,
porque el amor es todo alegría, regocijo y contento, y más cuando el amante está
en posesión de la cosa amada, contra quien son enemigos opuestos y declarados la
necesidad y la pobreza….

-El pobre honrado, si es que puede ser honrado el pobre, tiene prenda en tener
mujer hermosa, que, cuando se la quitan, le quitan la honra y se la matan. La
mujer hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles
y palmas de vencimiento y triunfo. La hermosura, por sí sola, atrae las
voluntades de cuantos la miran y conocen, y como a señuelo gustoso se le abaten
las águilas reales y los pájaros altaneros; pero si a la tal hermosura se le
junta la necesidad y la estrecheza, también la embisten los cuervos, los milanos
y las otras aves de rapiña; y la que está a tantos encuentros firme bien merece
llamarse corona de su marido. Mirad, discreto Basilio -añadió don Quijote-
opinión fue de no sé qué sabio que no había en todo el mundo sino una sola mujer
buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena
era la suya, y así viviría contento. Yo no soy casado, ni hasta agora me ha
venido en pensamiento serlo; y, con todo esto, me atrevería a dar consejo al que
me lo pidiese del modo que había de buscar la mujer con quien se quisiese casar.
Lo primero, le aconsejaría que mirase más a la fama que a la hacienda, porque la
buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con
parecerlo; que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas
y libertades públicas que las maldades secretas. Si traes buena mujer a tu casa,
fácil cosa sería conservarla, y aun mejorarla, en aquella bondad; pero si la
traes mala, en trabajo te pondrá el enmendarla: que no es muy hacedero pasar de
un estremo a otro. Yo no digo que sea imposible, pero téngolo por dificultoso.

Don Quijote y el falso Quijote de Avellaneda

Don QuijoteRecojo los fragmentos del libro en los que Cervantes saca a colación el falso libro sobre la figura de Don Quijote que puso en circulación Avellaneda.

Pasó adelante y vio que asimesmo estaban corrigiendo otro libro; y, preguntando
su título, le respondieron que se llamaba la Segunda parte del Ingenioso Hidalgo
don Quijote de la Mancha
, compuesta por un tal vecino de Tordesillas.

-Ya yo tengo noticia deste libro -dijo don Quijote-, y en verdad y en mi
conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente;
pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco, que las historias fingidas
tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la
semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas.

…así, menudeaban libros nuevos y viejos, que era una maravilla. A uno dellos, nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo que le sacaron las tripas y le
esparcieron las hojas. Dijo un diablo a otro: »Mirad qué libro es ése». Y el
diablo le respondió: »Ésta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de
la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés,
que él dice ser natural de Tordesillas». »Quitádmele de ahí -respondió el otro
diablo-, y metedle en los abismos del infierno: no le vean más mis ojos»

»¿Tan malo es?», respondió el otro. »Tan malo -replicó el primero-, que si de
propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara». Prosiguieron su
juego, peloteando otros libros, y yo, por haber oído nombrar a don Quijote,
a quien tanto adamo y quiero, procuré que se me quedase en la memoria esta visión. Sigue leyendo

Don Quijote y la traducción de libros

Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza-Osaré yo jurar -dijo don Quijote- que no es vuesa merced conocido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas! Pero, con todo esto, me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es
como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se veen las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel. Y no por esto quiero inferir que no sea loable este ejercicio del traducir; porque en otras cosas peores se podría ocupar el hombre, y que menos provecho le trujesen. Fuera desta cuenta van los dos famosos traductores: el uno, el doctor Cristóbal
de Figueroa, en su Pastor Fido, y el otro, don Juan de Jáurigui, en su Aminta, donde felizmente ponen en duda cuál es la tradución o cuál el original. Pero dígame vuestra merced: este libro, ¿imprímese por su cuenta, o tiene ya vendido el privilegio a algún librero?

Don Quijote en huelga de hambre

Don Quijote y Sancho PanzaNo solo los Etarras como De Juana Chaos les da por hacer huelga de hambre. Varios siglos atrás el inigualable Don Quijote de la Mancha también hizo su particular huelga de hambre. «La más cruel de las muertes»

-Come, Sancho amigo -dijo don Quijote-, sustenta la vida, que más que a mí te importa, y déjame morir a mí a manos de mis pensamientos y a fuerzas de mis desgracias. Yo, Sancho, nací para vivir muriendo, y tú para morir comiendo; y, porque veas que te digo verdad en esto, considérame impreso en historias, famoso en las armas, comedido en mis acciones, respetado de príncipes, solicitado de doncellas; al cabo al cabo, cuando esperaba palmas, triunfos y coronas, granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces. Esta consideración me embota los dientes, entorpece las muelas, y entomece las manos, y quita de todo en todo la gana del comer, de manera que pienso dejarme morir de hambre: muerte la más cruel de las muertes.