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La melancolía de las obras tardías (Béla Hamvas)

La melancolía de las obras tardías
Béla Hamvas
Prólogo, notas y traducción de Adan Kovacsics
Año de publicación: 2017
200 páginas

Como sucede con los Cuadernos de Paul Valéry, que aunque se cuentan por decenas solo hay publicado en castellano un único libro, por Galaxia Gutenberg, espigando en el mismo algunos de sus textos, el autor húngaro Béla Hamvas autor de más de 28 volúmenes, apenas ha sido traducido al castellano hasta la fecha.

En su momento, Acantilado publicó La filosofía del vino, del que hablé entonces. Ahora que al vino le quieren poner las autoridades una etiqueta parecida a la del tabaco del tipo «Beber mata» es una lectura muy recomendable llevar a cabo.

En 2017 Ediciones del Subsuelo puso a nuestra disposición La melancolía de las obras tardías, con selección y traducción de Adan Kovacsics.

Recopilación de ensayos audaces que van desde el corte naturalista en Coger cerezas (en el que el autor echa mano de sus recuerdos personales de la niñez y su relación con los árboles), Árboles o El canto de los pájaros; otros que pasan del ensayo a la ficción, en El maravilloso viaje de Joachim Olbrin, con dos demiurgos capaces de crear almas a su voluntad; aquellos que inciden en lo musical: La sonata Waldstein, La séptima sinfonía y la metafísica de la música o La melancolía de las obras tardías; lo religioso en La merienda del señor; lo filosófico en Kierkegaard en Sicilia o en El lugar de Heráclito en la historia espiritual de Europa; o poesía en La formación de los Estados.

Nada afecto al régimen estalinista Hamvas -como detalla Adam Kovacsics en el prólogo-
fue despedido de su puesto en la biblioteca municipal, incluido en la lista b de personas que habían de quedar marginadas en el nuevo sistema político y social. Y se le prohibió publicar. A pesar de no considerarse religioso, Hamvas encontró en la religión, la forma de entender su situación, aceptarla, incluso sacar un provecho de la misma durante los tres años que pasó trabajando en el huerto de su cuñado labrando el campo, el año de Job, como lo llamó. Hamvas no se amilanó, no dejó de escribir y traducir e incluso aprendió sánscrito y hebreo. Afortunadamente la mente no se puede encarcelar ni acotar.

Los textos de Hamvas unos son claros, otros más oscuros, quizás debido a su erudición, pero no impide su disfrute, máxime cuando uno disfruta tanto de todo lo relacionado con el mundo clásico griego, la espiritualidad, la naturaleza y la música. A veces Hamvas no resulta nada complaciente, como se ve en el texto dedicado a Kierkegaard o con la versión ofrecida del héroe, muy alejada de la convencional.

Dejemos que estas breves notas sirvan como un apunte y una invitación para situar y descubrir mediante la lectura a Hamvas y su obra, a fin de permitirnos recorrer un camino que uno desearía hollar una y otra vez, cultivando el texto y cultivándose.

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