A resultas de una exposición sobre insectos que he visto esta tarde me ha entrado curiosidad por saber más acerca de una una hormiga, denominada la «hormiga bala«.
La tucandeira (Paraponera clavata Fabricius) es una hormiga gigante muy extendida por toda América Central y del Sur, especialmente en las regiones selváticas. Mide una pulgada de longitud (30-33 milímetros) y la reina es aún mayor. Siempre la he encontrado en mis viajes por la selva tropical tanto en Panamá como en Colombia, Venezuela, El Darién o Brasil y en las selvas de Veraguas, donde los indios y hombres del campo las temen más que a las culebras. En Venezuela las llaman cumanagato, en la Guayana británica munuri, en Brasil tucandeira o tucandira o tocanguira. En Costa Rica la llaman hormiga-bala, y falofa en Panamá. En otras partes de Centroamérica y Brasil le dicen hormiga-24-horas para indicar que su picadura puede matar a las 24 horas de haberla realizado.
Suelen vivir en colonias de hasta 500 individuos, aunque es más frecuente encontrarlas en grupos de 12 a 20 siempre en la base de los grandes árboles de la selva. Basta irritarlas o molestarlas dando unas patadas en el suelo cubierto de hojarasca para que salgan de su hormiguero, y entonces hay que ponerse fuera de su alcance. Por eso capturarlas no es fácil y tiene sus riesgos, y fotografiarlas es aún más difícil a menos que se haga en cautividad.
Los campesinos de Panamá saben que cuando les clava el aguijón sufren dolores violentos en la parte afectada y sus alrededores, elevada temperatura, fiebre que puede durar tres días y a veces una zona de necrosis en torno a la picadura que tarda mucho en cicatrizar. El peligro radica en la sensibilización que puede producir y en que una segunda picadura puede provocar el choque anafiláctico mortal.
