Mucho me alegré cuando supe que Austral recuperaba la traducción de Lydia Kúper y publicaba en un formato asequible, en tamaño y precio, Guerra y Paz de Tolstói. Me puse con su lectura y lo abandoné al acabar el primer libro. Me penó hacerlo. Y cuando leo lo que Thomas Mann le dice a Hermann Hesse en las misivas y notas recogidas en la Correspondencia entre ambos Nobel de Literatura, recién publicada por Stirner, a cuenta de esta lectura, no veo la hora de retomarlo.
Thomas Mann le había pedido a Hermann Hesse Guerra y paz de Tolstói, una de sus obras favoritas del escritor ruso. Acerca de esta lectura, el 8 de abril de 1933 T. M. anota en el diario: «Magnífico relato de la batalla de Austerlitz». Y el 1 de junio: «Terminada Guerra y paz, mi consuelo y sostén durante estas semanas. En realidad, aquello que me alienta de esta grandiosa obra, no es sólo la maestría y la grandeza de ésta, sino las debilidades, los pasajes inadmisibles y los agotamientos que produce».
Creo que la lectura de un clásico de esta envergadura (no solo literaria sino física, dado el número de páginas que tiene :-)) sebe abordarse con paciencia y plantearse su lectura como un proceso a medio o largo plazo: leerlo poco a poco para no saturarse. Considero que es la mejor forma de no agobiarse y disfrutarlo.
A mí me faltan unas mil páginas para terminarlo y lo alterno con otros libros menos voluminosos; voy poco a poco, con calma y lo estoy disfrutando mucho. Francamente, no me importa si me lleva seis meses o dos años leerlo; lo que yo quiero es disfrutarlo, no sufrirlo, porque no es una obligación leer, sino una afición.
Tiene altibajos, cómo no, son muchas páginas.
El comentario de Mann no tiene desperdicio. No es más que una opinión. Lo comento, aunque está aislado del resto de lo que habla. Primero dice que durante semanas ha significado su consuelo y sostén. ¡Ojo!, es obvio que está impresionado por la obra del maestro ruso. En cuanto a las debilidades de la obra de T., quiero suponer que son un consuelo para Mann porque admira sobremanera a T., y su obra personal está muy lejos de la del maestro ruso. A mi manera de ver, La montaña mágica o Los Buddenbrook son mucho más soporíferos de leer que Guerra y Paz.
Cierto Myriam, la lectura debe tomarse como una afición, no como una aflicción. Lo retomaré algún día no sé cuándo.
Rubén, sí, parece ser que para Thomas Mann, Tolstói era un modelo a seguir; ambos son ejemplo de una voluntad y tenacidad de hierro y en el caso de Mann nos ha dado unos cuantos libros extensísimos y hermosos, y a ratos también ciertamente soporíferos, que creo que cifran bien las construcciones del espíritu humano cuando éste brilla en todo su esplendor.