Traemos a este rincón literario un par de novelitas japonesas de la colección Maestros de la Literatura Japonesa que edita la editorial Satori, especializada en divulgar la cultura Nipona. A pesar del título de la novela, el libro lo componen Durante las lluvias y Una extraña historia al este del río, la cual a pesar de ser la mitad, en extensión, que la anterior, da título a este libro escrito por Nagai Kafu (1879-1959).
Es recomendable leer el extenso prólogo de Carlos Rubio para situar la historia y conocer mejor al autor. Kafu conocía de primera mano los ambientes que describe en su novelas: los lupanares, el barrio del vicio, las mujeres de la noche; geishas y camareras. Toda su vida las pasó por esos andurriales, de ahí que no sea nada extraño que estas dos historias tengan por protagonistas a mujeres de la noche, camareras o geishas, y ellos, sean los clientes que las frecuentan. Kafu amante de la cultura occidental, prendado de la literatura francesa, comentaba que París y Tokio tenían algo que las hermanaba: las mujeres de la noche. No cabe duda que la prostitución goza de buena salud en cualquier parte del globo y allá donde haya hombres habrá prostitutas.
Durante las lluvias nos cuenta la historia de Kimie, una camarera, que disfruta con el sexo (analizado bajo esa mentalidad muy masculina que dice que si una mujer goza del sexo es que por que tiene mucho vicio en el cuerpo), y que desde su minoría de edad ya frecuentaba la piel ajena, especializándose cada alborada que pasa en el arte de seducir, en hacer más suculento su cuerpo, su voluptuosidad a los ojos de los clientes masculinos que la desean y pretenden. La historia tiene un elemento de suspense en tanto que Kimie sufre como su vida se ve algo alterada por un par de acciones ajenas que le darán qué pensar. La historia quedará abierta, porque Kafu en estas dos historias, presenta sólo un intervalo en las vidas de estos personajes, a quienes acompaña durante unos días o semanas en sus vidas y luego aparta la linterna, la luz, en su caso como escritor, su pluma y les deja vivir sus vidas y a nosotros lectores no deja, huérfanos de su desarrollo y final.
En una extraña historia al este del río, un escritor ve como una joven se mete debajo de su paraguas ante un inopinado chaparrón. Ella le conmina a secarse en su casa. Resulta ser un geisha y él se convierte en su cliente. El escritor está escribiendo una novela, y los acontecimientos recientes, su relación con esta joven, le permitirán alimentar su novela, dando lugar a una novela dentro de otra novela, con interesantes reflexiones sobre el oficio de escribir, sobre la actividad de las geishas, en una polifonía de voces, interpelando también, en ocasiones, al lector, sobre las posibles alternativas en las que podría materializarse un acto determinado. Sí, todo es contingente.
Kafu más allá de situar la acción en un marco concreto: Tokio y sus barrios, también repara en el ambiente, en las estaciones, en la época de lluvias, en el calor reinante, el sofoco, la humedad, los insectos, elementos atmosféricos que acompañarán a sus personajes, tanto como la superpoblación que densifica el deambular hasta lo asfixiante.
No estando habituado a lecturas japonesas ciertos párrafos se hacen cuesta arriba.
«Cuando salieron del restaurante las tres chicas que subieron a un taxi eran Ruriko, Haruyo y Kimie. Ruriko bajo primero en la calle Hitotsugi de Akasaka y continuación Haruyoi bajó en Sanmoncho de Yotsuya…pasaba el tranvía que bajó por la cuesta de Tsunokamizaka»
No obstante esto son males menores cuando lo que leemos vale la pena, y la escritura de Kafu bien lo vale, por su ritmo, evocación, descripción minuciosa de un ambiente determinado (los bajos fondos de la carne al peso), etc. Un acercamiento a la lectura de estos Maestros Japoneses que tendrá continuidad.
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