El cristianismo, con su desprecio del mundo, hizo de la ignorancia una virtud cristiana, acaso porque el resultado más frecuente que la inocencia produce es el pecado, el dolor de haberlo cometido y la desesperación; de modo que se trata de una virtud que conduce al cielo dando un rodeo por los alrededores del infierno, pues la promesa de una segunda inocencia solamente se cumple cuando se abren los sombríos propileos de la salvación cristiana. Es una bella invención del cristianismo.
Aurora. Traducción de Pedro González Blanco