Despedida de soltero en Lloret de Mar empápate de fiesta

Que las despedidas de soltero se hagan cada vez más lejos de los lugares de residencia viene propiciado por las posibilidades que ofrecen las líneas aereas de bajo coste como Ryanair. Nosotros optamos por Lloret de mar, porque el aeropuerto de Girona está a escasos 30´ y allí fueron a parar tres miembros de la expedición que venían del extranjero, los cuales tras ser recogidos en el aeropuerto fueron trasladados hasta el apartahotel, el cual a poco no encontramos, y no es porque no fuera una buena mole (pero es cierto eso de que a veces los árboles no dejan ver el bosque y hasta que no lo tuvimos a cierta distancia no lo vimos en todo su esplendor).

Costa encantada Lloret de Mar

El apartahotel, llamado “Costa encantada” está muy bien, tiene cuatro estrellas y unos baños perfectamente alicatados, un salón amplio, una terraza con vistas al mar, a la montaña y a las pistas de tenis y una angosta escalera de caracol que conduce a la azotea. Todas las azoteas están comunicadas librando un murete de apenas un metro que es fácilmente sorteable, lo que permite bajar hasta la terraza de cualquier habitación, lo cual nos vino de perillas una vez que nos dejamos la llave (con forma de tarjeta de plástico) dentro y dado que nuestras tres habitaciones estaban situadas correlativamente pudimos entrar de “extranjis” cual Papa Noel por la chimenea.

Vista habitación Costa Encantada Lloret de Mar

La cocina es americana y allí tras hacer la compra en el Caprabo sito a escasos metros del apartahotel dimos cuenta de unos spaghettis con tomate. Los más osados y hambrientos se aventuraron también con una menestra de verduras del tiempo, pero sin la butifarra fresca o cocida (blanca o negra) que hubiera sido la guinda. Luego vendría la tarta de crema catalana, algo normal estando en territorio catalán aunque no lo pareciera, a no ser por algunos carteles que estaban escritos sólo en ese idioma, porque la gente que veíamos en todas partes, era en su mayoría rubia y hablaban en alemán, aunque no faltaban en el hotel las filipinas estiradas tipo Presley.

Cagando leches fue terminar la “comida ligera” e ir a Tossa de Mar, pueblo situado a unos treinta kilómetros a realizar la “actividad 1” que consistía en bucear. El instructor de L’ amfora, llamado Sebas nos dio una pequeña charla donde nos puso al día de los contras que tenía el buceo, a saber: edemas pulmonares, neumotorax, eso claro está en el caso de que no se hicieran bien las cosas. El caso es que sus palabras nos acojonaron lo suficiente como para cumplir luego ya en el agua al pie de la letra sus indicaciones y la de los otros dos monitores que nos acompañaban a los 8 miembros de la expedición. Dos del grupo que no querían bucear se dedicaron a tomarnos fotos a nosotros y a una pareja que estaba celebrando su boda sobre la arena de la playa, a la que accedían por una alfombra roja Hollywoodense.

vivan los novios Boda en Tossa de Mar

Yo me llevé un buen susto apenas a dos metros de la orilla. El instrumental que nos pusieron en la espalda, una bombona, pesaba treinta kilos a lo que había que sumar el cinturón de plomo que llevábamos en la cintura. Ya en el agua me fui dos pasos para adelante y constaté como me iba hundiendo sin poder nadar hasta la orilla. Uno de los monitores me remolcó y ya me impresioné bastante. Luego fuimos metiendo la cabeza en el agua respirando por el inhalador hasta que poco a poco y tras ponernos las aletas nos fuimos alejando de la orilla internándonos unos metros y sumergiéndonos. Estuvimos más de media hora bajo el agua, viendo peces, pepinos de mar, erizos, morenas. Al principio iba con un poco de miedo, pero cuando ves que el aire entra sin dificultad en los pulmones, que las gafas no se te empañan, que los tiburones pasan de ti y que te mueves como pez en el agua, solo te resta entonces solazarte de la experiencia mientras dura. Abajo es otro mundo. Es el reino del silencio donde tú eres el extraño mientras los peces pasan a tu lado como si nada. El agua estaba límpida y se veía todo con claridad y curiosidad.

Al agua patos submarinismo en Tossa de Mar

Al salir del agua estaba agotado. A algunos nos pusieron unos pedruscos en el traje de neopreno que evitaba que el agua, a 18ºC nos enfriase el cuerpo, a fin de que no flotara al bucear y al pisar la arena, el cansancio, sumado al peso extra hacía que cada paso fuera un esfuerzo. Libre de todo el instrumental pude disfrutar de la preciosa vista que ofrece la muralla medieval al fondo de la ciudad de Tossa de Mar.

Sebas nos puso al corriente de varias cosas, entre otras que en Tossa hablan el “catalán salat” un dialecto que se habla en Tossa y en algún otro pueblo de la costa Brava, así como en Baleares. Tras la ducha reparadora, desprovistos del neopreno, ya cambiados volvimos al apartahotel. Cenar fue mero trámite porque el alcohol nos esperaba y haciendo patria atiborramos la bota y empezamos con las rondas preparatorias. No hubo quinitazo, pero se bebió mucho y bien. Surgieron inopinadamente humedades en las paredes, algo parecido al misterio de las caras de Bélmez pero de color rosado. Ron, Limoncello, cerveza, vino, bebidas espiritosas nos calentaron por dentro y nos movimos a la calle, húmeda por la pertinaz lluvia que parecía querer aguarnos la fiesta. Alguno ya salió de la habitación con la mente en blanco según dijo al día siguiente, así que el resto debimos alimentar luego su memoria con las anécdotas de la noche, apoyados en las fotos que hicimos.

Bebiendo de la bota

Es menester o tradición que quien se case haya de disfrazarse y nada mejor que un vestido de bailarina de ballet para marcar no ya abdominales sino también paquetón. Así y con el futuro esposado a regañadientes vestido para la ocasión, fuimos a los bares a calmar una sed atávica que sólo el alcohol de alta graduación podía sofocar. Los acompañantes del que se casa suelen llevar un atuendo parejo, en nuestro caso una camiseta que rezaba así:

despedida

No me extraña que los guiris en los bares alucinaran al tratar de entender el significado de la misma, ya que para estas ocasiones se reducen el número de palabras a tres o cuatro y tocado con el alcohol como para ponerte a traducir la fácil al inglés.

No entiendo por qué no nos dejaron entrar en algunos locales los seguratas de la puerta, pues a esas horas aún no estábamos muy cocidos, y los locales eran igual de cutres que nosotros, pero en fin, fuimos donde nos dejaron primero entrar y luego aterrizar o amerizar en mares etílicos, porque alguno buscaba una parte de la pista donde poder lanzarse “a ras” o buscaba la salida dejándose caer de espaldas.

En la puerta de los locales hombres indios nos daban invitaciones para entrar en los mismos. No hablaban castellano, sólo inglés y no les hicimos mucho caso. Había vendedores de rosas, y negros vendiendo relojes, gafas de sol y bisutería.

Algunos animales nocturnos hacían hasta dobles mortales hacia atrás como se ve en el vídeo.

Con otro grupo que iba de despedida como nosotros pergeñamos un momentáneo hermanamiento digital. Gritamos juntos, los casaderos que casualmente se llamaban igual se abrazaron y se retrataron para la posteridad (paquete con paquete) y fuimos a más bares a seguir abrevando.

paquete con paquete

En un “local de viejos” como nos dijeron unos jóvenes provistos de camisetas de Nirvana y Marea, a los que interpelamos acerca de garitos donde poder escuchar musica cañera, oimos canciones de Barricada, Extremo, Los Suaves, Led Zeppelin, Pearl Jam, Nirvana, entre otros.

Si bebes no conduzcas

Seguimos ordeñando la ubre con forma de bota, unos más que otros, hasta que el alcohol hizo efecto. Antes de eso comprobamos que la bota además de sufrir una mutilación en su cordel había perdido también una pieza, que casualmente encontré (algo curioso porque no sabía el aspecto que tenía la pieza de marras y sólo sabía que tenía que ser algo redondo y negro) lo que nos permitió seguir bebiendo. El ron juega malas pasadas (en especial el Dominicano y no entraré en marcas) en los hígados poco avezados y cuando me dio el bajón salí al exterior y paseé arriba y abajo, por callejones vacíos, pero ya era tarde y pasé de escuchar al Robe, de Extremoduro cantar eso de “Y hago colas sin parar, en la puerta de algún bar, yo tó borracho consumo las horas, mientras encuentro alguna luna que ande sola.” a escuchar de voz de un colega:

-¿qué tal vas?. Mal.
-¿qué tal vas?. Mal.
-¿qué tal vas?. Mal

y así con ese sonsonete monocorde llegamos al hotel, yo en volandas. La policía estaba en la puerta y fue una suerte que no nos hicieran soplar porque nos hubieran quitado un buen “porrón” de puntos y seguro que nos hubieran confiscado hasta la bota que aún chorreaba ron.

Un cuatro estrellas se caracteriza por una buena equipación y no faltaba una palangana de buenas proporciones bajo el fregadero. Tuvimos un cara a cara la palangana y yo durante un buen rato, reflejado en ese charco etílico que no veía, porque a base de gormar mis ojos se iban achicando. Pero todo pasa y al final después de darlo todo, o eso creía entonces, me dormí. Al despertar mi rostro presentaba dos ojos como dos huevos duros, hinchados, más por devolver que por la emoción del reencuentro, las cosas como son. En la habitación de al lado alguien dormía arropado por un colchón que le hacía las veces de sábana. No recordaba mucho de cómo había sido lapidado por un colchón, dijo al verme. Mejor para él. Hay mementos que es mejor no tener.

El resto ya había desayunado y estaba en la piscina. Uno incluso se había ido a correr a la playa. El día estaba soleado, sin trazas de nubes. El agua en la piscina estaba fría y yo aún guardaba un as en la manga. Quedaba alcohol en mi estómago y hasta que no lo desalojé y me di una ducha con agua caliente no me entoné y sentía todo el rato una molestia en el estómago, una arcada constante, un mareo obstinado que me hacía buscar una taza de váter en la cual vaciarme, darlo todo, hasta la última gota, no ya de alcohol sino también de bilis.

Algunos se bañaron e incluso hicieron agua-gym en la piscina con una monitora muy simpática y abierta. Comimos cerca, en un restaurante, un menú con raciones generosas y sabrosas, mientras Nadal barría a Federer de la pista de tierra batida en tres set en Roland Garros. La paella que me metí para el cuerpo fue un exitazo. No había sólo dos platos sino incluso un entrante a lo que sumar el postre. A mí, los reflujos me hacían que todo me supiera a fuego y me ardiera el estómago, pero comimos de maravilla y como la cosa fue lenta, después de comer y pasar por la habitación ya llegábamos tarde a la “actividad 2” que tenía lugar a 5 km de Llagostera, dirección Girona a las cinco de la tarde.

Consistía en jugar al paint-ball. No era la primera vez, salvo para un par de miembros. Había cuatro campos de juego. Nos repartimos los diez jugadores en dos equipos. Grandes contra menos grandes o “agua y jardín” vs “pintores” y comenzamos a jugar. Los campos estaban pertrechados con maderas tras las cuales ocultarse. El juego duró dos horas y quedó claro que un equipo se movía más que el otro, pero se mantuvo la cosa muy equilibrada, máxime cuando uno de los jugadores, quien suscribe, hubo de retirarse tras perder el vendaje con forma de condón digital que cubría su maltrecho dedo anular. Así que los dos últimos campos los vi como espectador y pude apreciar las tácticas de unos y de otros, la movilidad vs el estatismo.

Paintball Can Garriga

La carretera que va de Lloret de Mar a Tossa de Mar tiene muchas curvas y hay un sinfín de motociclistas haciendo las curvas en plan profesional, clavando casi la rodilla en el asfalto y traspasando la línea continua hasta el otro carril. Salvo unos quitamiedos de los modernos, el resto del trazado está protegido con los antiguos, esos que cortan la carne humana como si fuera una guillotina, algo que no les debe importar mucho a estos motoristas porque vimos mucho flipado amante del riesgo en la carretera.

Tras pasar por el hotel fuimos al paseo marítimo, más que nada para confirmar que Lloret tiene playa. Por una de las bocacalles entreví la catedral. No había mucho meneo a esas horas, las diez pasadas, en los restaurantes y ocupamos una mesa, mientras nos atendían cinco camareros a la vez. Pedazo fideuá que cayó entre pecho y espalda. Otros le dieron a la paella, a los calamares e incluso a los spaghetti. La única objeción fue que a la hora de los postres pedí una horchata, visualizando una similar a la que había tomado en Alboraya secundada con unos fartons que eran una delicia. Esta horchata que me sirvieron ni era de fabricación casera, sino de la marca Chufi, y de fartons ni hablamos.

El saber no ocupa lugar nos dicen desde moetes y como nunca te irás a la cama sin saber una cosa más, un austriaco, el miembro más hercúleo de la expedición nos informó sobre el origen de la palabra mayonesa y del de la ensaladilla rusa, así que gozosos todos con el zurrón de conocimientos a rebosar y lo que es más importante con el estómago lleno, recorrimos de nuevo la zona de bares, repitiendo en el de la música rockera de la noche anterior. Sin bota no es lo mismo, sin poder ordeñar las ubres de la noche no se goza tanto, pero por contra los daños colaterales son inexistentes y nos echamos unos risas con tres cincuentones que se habían bebido una decena de jarras de cerveza cada uno y estaban más dormidos que borrachos y hacían equilibrios sobre un taburete para no irse al suelo. Corrió la cerveza y los chupitos de tequila y a mí el olor del alcohol desataba todos mis demonios anudados en la boca del estómago llevándome a la arcada.

En la zona de marcha, además de un alud de locales y discotecas hay también un Casino, locales de streap-tease, y muchos Burguer King que hacen las delicias de los jóvenes alemanes que deambulan por allí. Nos topamos con algo parecido a una manifestación que resultó ser una marabunta de tedescos que celebraban la victoria de la selección Alemana contra la Polaca a la que le habían metido dos goles y sumaban más de cien almas, cantando y gritando, envueltos en banderas, mientras dos coches de policía veían la escena a pocos metros, sin intervenir, porque no hubo destrozos de enseres urbanos.

Las vegas, no, Lloret de Mar

Esa noche volvimos todos por nuestro propio pie al apartahotel y no hubo lagunas mentales. Hubo quien echó un bocado antes de llegar al apartamento y también una vez en el mismo. Lo que se conoce como “recena”.
No eran las cuatro, pero al día siguiente los que llegaron en avión el sábado se marchaban temprano el lunes y se fueron como vinieron: volando.

Los que nos quedamos en tierra, con todo el día por delante aprovechamos el lunes para ir a Girona y ver la ciudad. Tiene Girona un casco histórico muy extenso y bien cuidado. Hay que hacer piernas porque la muralla y los jardines quedan en lo más alto y desde allí hay se goza de una bonita vista panorámica de la ciudad.

Girona desde el puente

Catedral de Girona escaleras

Casco antiguo Girona

Caminamos por el barrio judío de estrechas calles, vimos la Catedral por fuera, tras subir cienes y cienes de escaleras, comimos de maravilla en el restaurante Vinil, cruzamos tres puentes: uno de hierro de Eiffiel y otro de piedra. Contemplamos la vista del río con las fachadas de las casas que dan el mismo de vívidos colores (un trasunto de Florencia), con la catedral a un lado, probamos los helados, al estilo italiano, quemamos calorías acabando de ver parte de la zona monumental que dejamos para después del papeo y regresamos a casita, a Logroño, en poco más de cinco horas, 60 horas después de habernos ido, sin que las movilizaciones de los transportistas nos afectaran. De Zaragoza a Logroño en la autopista jarreaba, pero el agua no logró aguarnos la fiesta, si bien acabamos mojados por dentro y por fuera.

2 pensamientos en “Despedida de soltero en Lloret de Mar empápate de fiesta

  1. marc requena ortega

    yo creo que en internet tendrian que poner los partidos de el lloret contra el tossa por que a sin podremos ver los videos (los que no esten convocadoos).Por que a sin no se tienen que esperar al Lunes a decir les hemos ganado hemos…
    bueno espero que pongais esto en internet por que os acabo de decir unas muy buenas racones.
    soy, Marc requena ortega,el loret me quiere a mi al marc sola a l alejandro
    ……….Si algun equipo me quire por que he sacado todo exelentes menos 2 notables que llamen al 972 34 12 45

  2. Alba

    Somos un grupo de 6 chichas que queremos hacer una despedida en Lloret de Mar. Nos gustaría que nos pasarais presupuesto de un pack de cena con espectáculo privado más alojamiento de una noche en un aparta hotel o apartamento.
    Gracias

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