Archivo por meses: julio 2018

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Cadavedo, Cudillero…

En Cudillero constato que aunque llueva copiosamente los turistas llegamos en procesión y tomamos la localidad, en la que leo en las noticias de un periódico local que una madre se queja de que sus hijos no tienen dónde jugar en la localidad. La ciudad parece solo fachada, como una máscara, erigida sobre la montaña. Cuestas no faltan y el esfuerzo por llegar a los miradores se ve recompensado con unas vistas espectaculares.
Cudillero
Cudillero

Cudillero visto desde el cielo
Cudillero a vista de pájaro

Próximo a Cudillero está Cadavedo, donde es inevitable no ir hasta la ermita y fotografiar el horreo con mar de fondo. Las playas son salvajes, no hay problema para poner la sombrilla ni para aparcar, propiciado por unas temperaturas que invitan más a tomarse un caldo que un baño.
Playa de Cadavedo
Playa de Cadavedo

Bienvenido al norte

Muy grata sorpresa la que me llevo cuando descubro que en el camping existe un rincón para la lectura y una biblioteca surtida con obras notables, como Me muerden los relojes de Ángel Guache, donde el autor pergeña una especie de memorias mínimas donde irá dando cuenta de los seres queridos que se han ido, recuerdos de la niñez y juventud, su relación con la escritura y la pintura, con un tono melancólico, como esa invitación al clasicismo paterno a cuyos presupuestos clásicos se acabará acogiendo a una edad pareja.

Ángel Guache (Luanco, 1950) es de Asturias y cuando uno viene aquí de vacaciones a menudo, que llueva (o jarree durante horas y días) en julio o en agosto acaba siendo algo normal y asimilable, tanto como la bruma y los cielos grises. Así, de los distintos textos que componen estas memorias me quedo con este, porque sin ser asturiano lo siento como tal.
Ángel Guache