Archivo por días: 01/04/2017

NOG

NOG (Rudolph Wurlitzer)

He leído o creo haber leído Nog.

La prosa que se gasta Rudolph Wurlitzer (Ohio, 1937) es del mismo pelo que la de Erickson en Días entre estaciones, que me horripiló. Como hacía Erickson, Wurlitzer cuando no sabe qué hacer con sus personajes los pone a follar o él se saca la polla y ella se la come. Sí amigos, placer licuante a tope. Vida líquida y seminal.

Lo demás resulta caótico, errabundo, un chapurreo donde un fulano divaga, delira, fantasea, recuerda, borra sus recuerdos, los reconstruye, mientras recorre Estados Unidos con tres recuerdos y un pulpo de mentirijillas, por ríos, montañas, cañones o canales, acompañado de una mujer y de otros tipos que no sé si son entes asociados, disociados o consorciados del narrador. Si la primera parte, a pesar de la alucinación del personaje resulta pasable, la segunda mitad es un plomo.
Lo bueno es que uno aprende palabras nuevas como tipi, cabás o fregata, pero para tan magro resultado no vale dejar cinco horas leyendo esto, o quizás sí.

En breve, Wurlitzer publica por estos lares Zebulon y tenía ganas de leerla, pero después de tamaña decepción, en caso de abundar más en Wurlitzer sería ya masoquismo, aunque parece ser que al tratarse esta de su primera novela, que la escribió con 30 años, allá por 1968, me resulta un tanto a medio cocer y que las novelas que sucedieron a esta son mejores. Veremos. O leeremos. O.

Underwood. Traducción de Rubén Martín Giráldez. 2017. 190 páginas.

Semana Santa de Pasión, lectora

En breve llega la Semana Santa y ante estas fechas vacacionales muchos desoyen las sabias palabras de Thomas Mann recogidas en su muy recomendable libro Ensayo sobre música, teatro y literatura y del que ya hablé en su día y en el que Mann nos decía que no compartía eso de que las lecturas de viaje (o períodos vacacionales) hubieran de ser pasatiempos frívolos, tonterías para pasar el tiempo, que no entendía que hubiera que rebajar las costumbres intelectuales en esas fechas, de tal manera, que una travesia marítima que le ocupará a Mann varias semanas la aprovechará éste para leer El Quijote.

Leía el otro día un comentario en la red en el que se decía que Fortunata y Jacinta le daba sopas con ondas a La Regenta. A fin de determinar lo acertado o no de tal afirmación y dado que he leído la de Clarín pero no la de Galdós, estas próximas fiestas las aprovecharé para leer Fortunata y Jacinta, pues estoy con Mann. Leer en vacaciones, en un camping por ejemplo, una mañana de agosto, al amanecer, mientas todos duermen y te ensimismas y mimetizas con la silla, ante los fatales devaneos de la Ozores, por ejemplo, eso, amigos, no tiene precio.