Archivo por días: 30/09/2016

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La hora del diablo (Fernando Pessoa)

Fernando Pessoa
Acantilado
Traducción de Roser Vilagrassa
2003
79 páginas

Desconocía esta vis cómica o humorística, de Fernando Pessoa (1888-1935) que no había encontrado ni en su poesía ni en su Libro del desasosiego.

Sea como fuere esta novela me ha encantado.

El título, La hora del diablo, editado por Acantilado con traducción de Roser Vilagrassa, ya da la pista. El protagonista es el diablo, no un diablo al uso, no un ente diabólico asociado a lo satánico, sino algo más terrenal, más humano valga la contradicción, dado que el diablo se nos presenta como la encarnación de la nada, un ente angelical, que está más asociado a aquello que le hace al humano fantasear, soñar. Ahí donde se sueña está el diablo, ahí donde surge la duda está el diablo, así se explicita la tentación diabólica. Un diablo que conoce a una mujer embarazada en una fiesta de disfraces, la cual quiere que sea la transmisora de su estirpe.

Este es el diablo de Pessoa, el cual se quejará de que los escritores, primero Milton y luego Goethe no le han hecho justicia en sus escritos. Un diablo que se ve a sí mismo como la otra cara de Dios; uno es el sol, el otro la luna, es más un complemento que un contrario. Un diablo que está cansado del rol que le han asignado y que envidia de los humanos su fugacidad, el calor humano al lar del hogar donde las familias rumian su presente, a su paso por la tierra. Todo lo cual vale más que la metafísica de los misterios a la que los dioses y los ángeles están condenados por esencia, se lamenta el diablo.

Felices los que duermen en su vida animal, que es un sistema peculiar de alma, velado con poesía e ilustrado con palabras.

La narración es poética y filosófica, y a pesar de su brevedad, apenas cuarenta páginas, es un texto jugoso, fértil (en todo lo tocante a lo que entendemos por religión y la idea que tenemos de Dios), abierto a muchas lecturas e interpretaciones, y un final, que se completa con otro posible final. Vale la pena leer también el apéndice Historia y alcance de «La hora del diablo» de Teresa Rita Lopes donde se abunda en la interpretación de la novela y la enriquece con otros textos de Pessoa en los que éste aborda temas parejos.

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El sótano (Thomas Bernhard)

    Después de leer El origen sigo con El sótano, editada por Anagrama con traducción de Miguel Sáenz, que es la continuación de la anterior novela autobiográfica. En esta, la presencia del abuelo está más difuminada y aunque Bernhard sigue defendiendo que para él ha sido su abuelo alguien fundamental, es crítico con él, entiende que la soledad de este no es buena para nadie, y ese es un camino estéril que él no quiere seguir.

    Un buen día Bernhard a sus dieciséis años decide que no quiere ir más al colegio, que no quiere recibir una educación reglada, que quiere trabajar y conseguirá un trabajo en el sótano de Podlaha, que funciona como un colmado, donde puede explotar su vena comercial y relacionarse con la gente, sentirse útil y por ende feliz.

    En el sótano Bernhard se realiza y su estado de bienestar se acrecienta cuando comienza a recibir clases teóricas de música y de canto, y es en ese cultivarse, donde Bernhard alcanza la plenitud, algo parecido a la felicidad. Esto es lo bonito, lo agradable. Por otra parte Bernhard, como todo escritor que se precie, es una aguafiestas, que gusta meter el dedo en la llaga, y en este caso, el objeto de sus críticas es hablar de un poblado de Salzburgo, la ciudad contra la que Bernhard dirige sus invectivas, centrándose en el poblado de Scherzhauserfeld, ese barrio donde la pobreza y la marginalidad se dan la mano, donde está ubicado el sótano, lo que permite a Bernhard conocer una realidad desagradable, pero a su vez fortalecedora, pues eso que ve, también es humanidad, más humanidad que lo que Bernhard había conocido hasta la fecha.

    Es curioso leer como Bernhard cambia de dirección, pero va a su vez en contra de lo que parece ser lo razonable, pues siendo él un joven muy blandito ir a parar a un barrio marginal, donde realizará tareas físicas, sustraído de la educación que reciben los chicos de su edad no parece ser lo mejor para su «educación» y sin embargo, a pesar de parecer tenerlo todo en contra, aquello funciona, el sótano le abre la puerta a una existencia plena, intensa, a algo parecido a una vida provechosa, que se quedará en suspenso cuando un resfriado se vea agravado y tenga a Bernhard durante cuatro años, de los dieciséis a los veinte,, calentando camas de hospital.

    Y acaba Bernhard, siendo más Bernhard que nunca.

    Nos hemos vuelto capaces de resistir, y no se nos puede derribar ya, no nos aferramos ya a la vida, pero tampoco la vendemos demasiado barata, quise decir, pero no lo dije. A veces levantamos la cabeza y creemos decir la verdad o la aparente verdad (sobre esto hay unas páginas en la novela especialmente interesantes), y la volvemos a bajar. Eso es todo.

Jean Legrand

Doble fuga de amor y muerte (Jean Legrand)

Jean Legrand
Periférica
2016
52 páginas

Una pareja tras la comunión carnal decide ir más allá y consumar la comunión espiritual dejando este mundo juntos, tras unos cuantos momentos de voluptuosidad desatada donde la fugacidad humana es pareja al devenir de una flor, donde todo muere y la tierra reclama al cuerpo para disolverlo y ser amamantado por la Madre Tierra.

Esta breve novela de Jean Legrand (1910-1982) es un inédito que vio la luz en Francia hace tres años y en España ahora, editado por Periférica con traducción de Manuel Arranz.

Legrand creó el movimiento conocido como Sensorialismo y sí, la novela es muy sensorial y lírica, poblada de nubes, soles que se desangran, gorjeos de pájaros, auroras que se columpian, guerras en sordina, cuerpos que se funden. Y muy poco más.