Archivo por días: 16/08/2016

Joseph Roth

El triunfo de la belleza (Joseph Roth)

Joseph Roth
Editorial Acantilado
80 páginas
Traducción: Berta Vías Mahou
2003

El triunfo de la belleza, novela breve, me parece tan floja como Abril: historia de amor y a años luz de Leviatán

Un doctor refiere a un paciente, una historia que le ha pasado, que pasa sin pena ni gloria, no porque la extensión de la misma sea breve, sino porque la historia no da mucho de sí, algo extraño en un narrador como Roth.

La narración si la entendemos como un tratado sobre el alma femenina fracasa estrepitosamente, porque Roth abunda en los lugares comunes, en los tópicos, de tal guisa que sus personajes son caricaturas, con tan escaso mordiente que lo leído resulta tan evanescente y superficial que no deja, al menos en mi caso, huella alguna.

Salvo algunos apuntes interesantes donde brilla el humor como en lo expuesto entre la lucha entre los seguidores de Wagner y Mozart (de tal modo que es tan imposible que a alguien le guste ambos músicos como el ser del Real Madrid y del Barça al mismo tiempo) o el modo en el que se plasma esa nobleza anónima en contraposición con la ambición y las ganas de aparentar de los plebeyos.

Thomas Bernhard

El origen (Thomas Bernhard)

Thomas Berhnard
2001
134 páginas
Traducción: Miguel Sáenz

Al igual que Montaigne, Thomas Bernhard (1931-1988) toma su persona como objeto de estudio. El origen es la primera novela de lo que sería su pentalogía autobiográfica.

Su relato no esconde nada y muestra a las claras la nefasta influencia que el nacionalsocialismo y el catolicismo ejercieron sobre su persona cuando éste tenía trece años y Alemania había perdido la segunda guerra mundial y los aliados arrasaban con sus bombardeos ciudades alemanas y austriacas como Salzburgo donde vivía Bernhard y que este detalla con tal precisión que su lectura sobrecoge.

Donde otros justifican y esconden Bernhard acusa, crítica, detesta su ciudad, sus gentes, su atmósfera opresiva y violenta, la educación aniquiladora recibida, la vileza y abyección reinante; una sociedad suicida y enferma en definitiva, que aniquila al ser humano, lo abole y nutre de desmemoria.

El único rasgo de humanidad el autor lo encuentra en su ilustrado abuelo.

Es El origen un libro que considero valioso, no tanto por el estilo del autor que a ratos resulta cargante, sino por el testimonio que da Bernhard, por hablar donde otros callan, por referir hechos, vivencias, experiencias, que la mayoría opta por obviar, maquillando un pasado que les haga sentirse bien, a gusto con su vileza y su desmemoria.

Thomas Bernhard en Devaneos |

Enrique Vila-Matas

El viento ligero en Parma (Enrique Vila-Matas)

Enrique Vila-Matas
Sexto Piso
2008
215 páginas

Leer a Enrique Vila-Matas es alimentar mi sed de leer. En momentos como el presente, en el que no estoy leyendo nada, lo leído en esta colección de ensayos, me animará a acercarme a autores como Perec, Sterne, Gombrowicz, Andrei Biely, Ionesco, Sergio Pitol, a seguir abundando en Bolaño, Bioy Casares, Beckett o Tabucchi, o incluso a dar otra oportunidad a Ray Loriga y su novela El hombre que inventó Manhattan.

Siempre pienso que el mejor plan para el fomento de la lectura es Vila-Matas, pues sus artículos se nutren de sentencias, máximas, citas de otros escritores, de múltiples referencias a otros libros leídos, de microrreseñas, en los que da su parecer sobre libros tales como La conciencia de Svevo, Los detectives salvajes, o Viaje al fondo de la noche, entre otros, abriendo por tanto al lector una miríada de senderos por los que puede tirar en su leer.

Me gusta de Vila-Matas su actitud hacia la literatura; donde otros no muestran más que odio y desdén, Vila-Matas muestra su cariño, su aprecio, su devoción, su necesidad de una actividad que como para muchos otros, es su razón de ser, de estar aquí, esos para los que escribir es su vida y a los que les va la vida en ello, con todo lo que conlleva.

El libro recoge ensayos y conferencias que ha ido dando Vila-Matas y la única objeción que puedo poner es que ciertas cosas que dice el autor se repiten, quizás de manera intencionada, como si esa reiteración obrase como un subrayado. Es esta una objeción menor, porque el libro es pródigo en hallazgos, en momentos luminosos, donde Vila-Matas, y este es el gran valor del libro, quintaesencia lo mucho que ha (bien) leído, para entroncarlo con su vida de escritor (donde nos desvelará por ejemplo por qué motivo quiso ser escritor y como el viajar, ese desprenderse de países como decía Pessoa sea un abrir horizontes que nos conduce a una mayor tolerancia, una mayor disposición a la alteridad), y ofrecer, como leo varias veces, un tapiz que se dispara en muchas direcciones.

Algo que me ha gustado especialmente es lo que dice Vila-Matas de Roberto Bolaño, de su tesón, de su constancia noctívaga al escribir; esas ganas de machacarse escribiendo cuando sabía que la muerte acechaba, y que lo único que podía ofrecer a la Nada, eran sus textos. Y como Bolaño, una vez muerto, le obliga, como una sombra al acecho, a escribir bien, a escribir mejor y a exigirse más (algo clave en cualquier profesión, aunque en el mundo de la escritura, tiene uno la sensación de que a menor exigencia con el lector (por lo común poco exigente) mayor número de lectores, como si cada texto que Vila-Matas escribiera fuera fiscalizado por Bolaño y fuera esta una deuda postmortem contraída con su amigo, porque escribir, nos dice EVM es escribir bien. Vila-Matas para mí lo hace y me anima a leer sus libros y los de todos aquellos que lo han construido, pues pienso que todos nosotros no dejamos de ser otra cosa que palimpsestos de carne y hueso; poso y sumidero de todo lo leído.

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